ONTRA viento y marea. La suya es la dura supervivencia ante las duras tempestades que les reservó la vida que, para más inri, se les encapotó, como a la inmensa mayoría, con la llegada de la pandemia. Lo suyo es vivir a toda vela pase lo que pase a su alrededor. Hoy les hablo de tres ejemplos, pero son más, muchas más, las personas que han sido capaces de ponerse en pie por mucho que arrecie la tormenta. Con ustedes, las tres historias de superación de integrantes de Gorabide que han logrado sobreponerse a los días negros para sacar adelante sus proyectos de vida. Es un espectáculo mayúsculo: la fuerza de la voluntad imponiéndose a los ejércitos de las desgracias y las desdichas. Una obra digna de los más exquisitos museos de la raza humana.

No es tanto el detalle de cada uno de los casos -cada cual, adaptándose a sus capacidades o a sus sueños, tanto da cuáles sean...- como el ejemplo que dan. Para mucha de esta gente que convive con discapacidades o con dificultades para seguir adelante al ritmo de la sociedad, rendirse no es una salida. Piensen ahora en sus quejas de bolsillo, en sus reproches de aperitivo a pequeños traspiés que le hacen "la vida imposible" y comparen, comparemos. He hecho ese mismo ejercicio en primera persona y, créanme, es mejor que no les cuente. No quiero hacer el ridículo.

Estos tres casos de Gorabide, como tantos otros que no salen a la luz pero que ahí siguen, peleando en sus sombras, debieran salir de las aulas y bajar a la calle para dar, para darnos, una lección. No han cerrado los ojos en ningún caso. Siempre atentos, siempre alerta, a la espera de que pase la oportunidad para cazarla al vuelo. O mejor aún, siempre en el andamio, fabricándose sus propias oportunidades, habida cuenta que su vida difícil no es tierra de paso para las bandadas de oportunidades. Lo más grande de la historia es que no hay quejas. Solo el orgullo por haber logrado lo imposible.