ADA día tiene su aquel, muy diferente a lo que se vivió hace apenas unas semanas. Es lo habitual en estas fechas, donde las lecturas son impredecibles y donde no hay manera de dar con el diagnóstico. En estos momentos Salud empieza a ofrecer una segunda dosis de Pfizer cuando la primera fue de AstraZeneca, una salida no esperada con pauta de inmunización en la población menor de 60 años que ya ha recibido la primera ronda de vacunación del suero inglés. Osakidetza puntualiza ahora que esa es una buena salida cuando hace apenas no demasido tiempo, ese cóctel no era el más adecuado, según decían, para salir de la retorcida realidad.

Esa salida suena tan extraña como aquel diagnóstico que escuché hace no mucho de alguien cercano, recién llegado de Estados Unidos. Asustado, quien esto escribe, por lo vivido en las últimas semanas en aquellas tierras, le pedí un diagnóstico de de lo vivido y la respuesta fue rocambolesca: hay mucho racismo entre la gente y hay mucho negro en las calles. Fue una contestación extraña, no me digan que no.

Esa misma rareza es la que se vive estos días, cuando no está bien definido cuál es el cóctel más adecuado para escabullirse de las zarpas del covid que tanto aprieta. La sociedas escucha una y mil salidas diferentes y no sabe bien a qué atenerse mientras aspira a tocar la liberación con sus manos por encima de todo. El personal, que no acaba de aclararse con qué salida es la más adecuada, ya deja e darle vueltas a la propuesta. Lo único a lo que aspira es sentirse fuera de peligro tras la inoculación de una vacuna, se llame como se llame. No quiere entender los porqués. Lo que desea es encontrarlos de una vez.