AYERON en la cuenta? Ayer acumulamos cuarenta días de confinamiento que, por lo visto en otros lares, y salvo que seamos más listos que el hambre o vivamos en un microclima letal para el virus, puede situarse en el mapa como el ecuador de la cuarentena. Vamos que hemos vivido, aprox que dicen los modernos, la mitad de encierro. Fueron casi ochenta días en China y otros tantos en Corea, así que, a falta de una ciencia más exacta que las matemáticas (he escrito el término ciencia exacta y me ha entrado un escalofrío, visto el espectáculo...), me voy a quedar con ese cálculo. Si me equivoco no seré el primero, digo yo.

Por fe devota en los libros y por el ordeno y mando del calendario -ayer fue el Día Internacional del libro y eché de menos salir a comprar un ejemplar y a llevarme una rosa por compañía...- cumplí con mis oraciones literarias. Por eso me corrijo: mejor que hablar de cálculo matemático, siempre tan preciso, voy a quedarme con una lectura matemática del asunto. Al fin y al cabo, en cualquier periódico que ojeen, en cualquier página web o red social que visiten, podrán leer lo mismo. Número de muertos, de contagiados y de recuperados. Un día y otro y así hasta cuarenta. Los mismos números que primero se usaron para dar miedo (el miedo, al fin y al cabo, es una alerta de la naturaleza humana que contribuye a su supervivencia...) hoy se emplean para traer esperanza. Son polivalentes y un idioma universal.

Siendo hombre de letras prefiero otras lecturas. Pero visto el despiste de la gente del reparto de la mensajería -compras a quien no debían, salarios milagrosos que se evaporan antes de cobrarlos o el anuncio de la liberación de los niños en términos jeroglíficos y equivocados...- no me queda más remedio que contar cuántos niños pasan bajo mi ventana y cuántas amistades me quedan vivas.