LA gestión del día a día de una ciudad está repleta de historias, como si fuese una de esas novelas de largo alcance que tanto se estilaban en el siglo XIX, donde se cruzan nosecuántas sagas familiares, crímenes y hazañas, amores prohibidos y aventuras pasionales, odios acérrimos, duelos y quebrantos o sorprendentes giros que maravillan al lector. La gestión del día a día de una ciudad es inagotable y solo se toma un respiro, si es que se puede decir así, en tiempos como los actuales, cuando un gobierno se retira para ceder el paso al siguiente. Como si fuese un punto y aparte en la novela, el descanso de los partidos o los anuncios intercalados en una serie o cualquier otro tipo de programa televisivo. Iba a escribir un nosequé de coitus interruptus pero no es plan ponerse señalón y lo dejo ahí.

Ayer se vivió el último pleno de la presente legislatura. Y como sucede con el dulce postre tras una comida de sombrerazo, el desenlace de una novela policíaca o la última media hora de, qué sé yo, Juego de tronos, siempre queda para el final una sorpresa, una alegría, una boca abierta. En esta ocasión, ha sido el anuncio oficial del soterramiento de las vías del tren en Zorrotza, un viejo pleito. Suena como ese personaje que desaparece en la página 32 y regresa en el cénit de la trama, cuando se va a conocer el nombre del asesino, el padre de la criatura o el veredicto de un juicio de tralla.

Hubo, como es costumbre, protestas en el exterior y encendidos debates en la sala. Menos común es que el alcalde regente cumpla años en pleno apogeo del horario de oficina (es decir, en día de pleno. Y menos aún, en día de pleno tan señalado...) y en medio de tanto trajín encontró un impás para encontrarse junto a sus compañeros de partido y agradecerles el hombro con hombro de la legislatura que ahora cesa. No les decía: puro novelón con tintes románticos y humanitarios. Iba a escribir un nosequé de “como Dios manda”, pero tampoco es plan de ponerse espiritual y también lo dejo ahí.

¿Quiere decirse, con este relato, que Bilbao se paralizará de aquí hasta que las urnas vuelvan a dictar sentencia? No. Nunca ha ocurrido. La ciudad sigue latiendo y necesita que alguien se quede a cargo, un cardiólogo de urgencia, en previsión de un ictus, de un infarto, de cualquier circunstancia o desviación. Como es de rigor habrá que desearles suerte. A ellos y a quienes salgan elegidos para sentarse en el sillón.