L sentido común del fútbol aconseja que a cada partido se le aplique un estado de ánimo. El problema no es ese, la verdad del fútbol aplicada a según qué equipos -y el Athletic es uno de ellos, sin dudarlo...- es que la aplicación menos aconsejable es justo esa: el sentido común. Con los rojiblancos a bordo de un trepidante tiovivo las cosas se ven de otra manera. Y lo mismo uno se encuentra a unos leones valientes y arrojados que se lanzaron a la yugular de una pieza de caza grande como el Villarreal, quedándose a un paso de hincarle el diente; que ve a un equipo de oficinistas matasellando, en puro trámite, la pírrica victoria frente al Huesca. Un par de partidos antes, el once de Garitano se había mostrado audaz e ingenuo frente al Valencia (ahí, por ejemplo, se le notó falta de oficio porque el ché era un ñú herido que se escapó cojeando...) y hecho todo un señor del fútbol, plantándole cara al Real Madrid y mirándole a los ojos, como si fuesen, que lo han sido siempre, primus inter pares.

Y sube que te sube, y baja que te baja. Y rueda que te rueda hasta llevar casi hasta el mareo a quienes pretenden averiguar su plan, a quienes intentan analizar su juego en un tiempo de forjas. Esto es lo lógico: a un equipo en construcción le corresponde este ritmo. Ahora sí que parece un Athletic acorde con su realidad.

¿Por qué precisar y decir eso de "ahora"? Porque la mayor transformación ha llegado desde el propio entrenador. Garitano, a quien se le acusa de inmovilista en el mejor de los casos, ha ido poco a poco dando pasos. Un día uno, un poco más adelante otro: una pareja que deshago y otra que creo; una cara nueva que viene, otra cara vieja que se va y luego regresa. Una apuesta entre cálculos a lo loco y otra desatada como cabe esperar de un Athletic valiente. Quizás haya faltado algo de arranque en el principio de la temporada y sea de esperar un mucho de continuidad ahora. Quizas haga falta que, de puertas adentro, haya un plan de acción y se sepa por todos los integrantes. Y si se sabe, que se note que se sabe. Visto el partido de Villarreal parecía que sí, visto el encuentro contra el Huesca, parecía que no.

Lo mejor que uno puede decir de este Athletic irregular de los últimos tiempos es que, excepción hecha de la horrorosa última victoria en San Mamés, ha llegado un invitado inesperado: la distracción. El Athletic ahora divierte a los suyos, aunque sea por comparación con lo poco que divertía hace no demasiado tiempo. No parece que hayamos llegado todavía al tiempo de las exigencias duras pero si el Athletic ya es capaz de sacarnos una sonrisa, mejora.