1 Pese a que aparezca algo difuminada en el tablero de las sucesivas y concatenadas convocatorias ciudadanas a las urnas, la lectura vasca de esta campaña electoral de las generales es muy relevante; tiempo habrá de analizar la compleja extrapolación del resultado del 28 de abril a las urnas forales, locales y europeas del 26 de mayo, pero de momento lo único tal vez claro es que la formación Podemos no reeditará el éxito de las anteriores elecciones generales de 2016 como primera fuerza vasca con seis escaños.

2. Bildu estrena estrategia, al menos electoral. Es una incógnita el juego de relación que pueda mantener con ERC tras las elecciones porque no hay que olvidar que su aliado natural, la CUP, no se presenta, y que el potencial de esta alianza con ERC puede ofrecer cierto tirón electoral pero siembra dudas respecto a la concreción de la verdadera suma de fuerzas y de acción común que finalmente pueda dar de sí.

3. Será en todo caso un debate que emergerá en campaña, porque la disputa por la hegemonía en la representación vasca en Madrid se ha de jugar más sobre la base de criterios de efectividad que de marketing político. Llegan tiempos complejos para el debate sobre la mejora, la garantía y la protección de nuestro autogobierno, y ese factor debe suscitarse en campaña frente a otra lógica preelectoral que emerge de forma silente pero constante: la del voto de electores vascos orientado a que el trío de derechas no llegue al poder; esta dimensión finalista del voto beneficia y refuerza sin duda la opción del PSE y plantea la necesidad de una específica estrategia de campaña por parte del PNV para paliar esa eventual pérdida de apoyos. Son incógnitas, incertezas, dudas que solo despejaremos la ciudadanía vasca tras nuestro voto.

4. Sin debate sobre modelos y propuestas sociales y políticas; a la contra, mostrando lo negativo del adversario; sembrando el discurso del miedo y del frentismo. De esta forma tan poco edificante se estrena una campaña que, tal vez por ello, y pese a las numerosas prospecciones demoscópicas publicadas, presenta más incertidumbres que ninguna otra en cuanto al resultado final y sobre todo en cuanto a la suma que garantice la gobernabilidad.

5. Se juegan muchas ligas políticas paralelas en la primera cita electoral de este intenso primer semestre de 2019: habrá un damnificado, seguro, en el bloque de la derecha, porque C’s juega su apuesta a todo o nada: hegemonía o insignificancia; a su vez, Casado fía su continuidad a que la aritmética poselectoral le permita reeditar el pacto de Andalucía. De no ser así, su efímero y débil liderazgo (carece de auctoritas, algo que no se logra con ocurrencias) se esfumará.

En el otro polo ideológico, Sánchez y su equipo plantean una campaña cuya principal seña de identidad será la prudencia, no cometer errores discursivos; sabe que parte con ventaja, quiere administrarla y decidir solo tras las urnas con qué apoyos parlamentarios cuenta y suma para intentar alcanzar la mágica cifra de 176 diputados y acceder al Gobierno.