EJECUTADA Marijaia bajo las llamas del imperativo legal, tocan los balances de Aste Nagusia. Para el alcalde, Juan Mari Aburto, ha sido “casi redonda”. Para Bilboko Konpartsak, “conmovedora”.

Aste Nagusia, tal y como la conocemos -más o menos...- nació en 1978. Sí, igual que la Constitución. Igual que el denostado y caduco régimen del 78. Se viene diciendo por lo bajinis pero algún año de estos -ya vamos para 42- saltará: La semana grande de Bilbao ha devenido en una suerte de “régimen festivo del 78” donde todo lo que se salga de la legalidad vigente -léase “modelo festivo popular”- o atente contra su integridad territorial -el “espacio festivo”- es perseguible de oficio y tratado como un golpe de Estado. Un modelo que es la Constitución no escrita de nuestras jaiak, aunque trasciende, con mucho, a ellas. Y Bilboko Konpartsak es nuestro peculiar Tribunal Constitucional, el férreo intérprete de las sagradas normas: todo lo que no gusta es “un ataque al modelo festivo”. Puede ser el cambio de ubicación de las txosnas que no pertenecen al colectivo -ellos las llaman “casetas” que “no hacen ninguna aportación a las fiestas, son mediocres en cuanto a programación y el ambiente que generan” y otras maldades varias- o el aumento de policías municipales -a los que insultan y acusan gravemente- o cualquier asunto que no controlen.

De ahí que la sentencia de este TC ideológico-festivo emitida ayer condene a Aburto como “lo peor de la Aste Nagusia” de este año. O cae el régimen festivo del 78 o algún año veremos al alcalde ocupando el lugar de Marijaia en el último día de fiestas. Ganas parece que no faltan.