Síguenos en redes sociales:

Sarrail begitik

Chivo expiatorio

En esta semana en que hemos recordado el quinto aniversario del estado de alarma, un spot televisivo publicado en 2020 por el gobierno federal de Alemania me anima a añadir un reconocimiento a los muchos realizados en estos días.

La banda sonora, en leve crescendo, sugiere una entrevista con un veterano de guerra que hizo lo que debía cuando se lo exigió el destino. Anton Lehmann, pongamos que en 2070, recuerda que con 22 años estudiaba ingeniería en Chemnitz cuando aquel invierno del 2020 llegó la segunda ola. “Entonces, dice, todos estábamos pendientes de ir de copas, salir de fiesta, conocer gente… pero el destino tenía otros planes para nosotros. Un enemigo invisible amenazaba todo en lo que creíamos. De repente, el destino del país estaba en nuestras manos. Así que con todo el coraje del que disponíamos hicimos lo que se esperaba de nosotros, lo correcto. Y lo que hicimos fue…

La música alcanza su clímax, se detiene y la voz de Lehmann concluye en tono festivo: “¡NADA… ABSOLUTAMENTE NADA! Más vagos que los mapaches. Noche y día, sin mover el culo de casa luchamos contra el virus. Nuestro sofá era el frente. Nuestra arma, la paciencia...”. La sintonía recupera su tono inicial. Risueño, Lehmann concluye: “Cuando recuerdo aquello, se me hace imposible no sonreír. Era nuestro destino. Así nos convertimos en héroes en aquel invierno del 2020”.

Algunos fueron héroes quedándose en casa. Otros, sanitarios, trabajadores esenciales han recibido estos días su homenaje. Faltan en la lista quienes afrontaron en soledad la dura tarea de dirigir el cotarro, de tomar decisiones, de dar la cara, de vivir aquellos días entre los cuernos del toro, conscientes de que jugaban además el duro papel de chivo expiatorio.