Salvo algunas iniciativas muy concretas como el transporte público gratuito durante esta jornada, el Día Mundial sin coches nunca ha tenido gran acogida entre la población. Pero es cierto que la semana de la movilidad en que se ha reconvertido esta propuesta es una invitación a la reflexión sobre nuestra manera de transitar –nunca mejor dicho– por un mundo hipercontaminado y en riesgo de autodestrucción por el cambio climático. Esto también tiene que ver con la política. Mientras por aquí construimos más bidegorris, en algunos lugares, PP y Vox los están quitando.