EL fútbol no vale para nada sin espíritu deportivo y ciertos valores. El Athletic, por cierto, presume de ello. Este pasado domingo en San Mamés el público solo pudo tener un referente con el que identificarse en el caso del beso no consentido –de una agresión sexual, según la Fiscalía– de Rubiales a Jenni Hermoso: se trataba de un jugador del Betis, Borja Iglesias, uno de los primeros y escasísimos futbolistas varones en denunciar los hechos y que llegó a renunciar a jugar en la selección española. Fue aplaudido. Pero tampoco la afición rojiblanca fue pródiga en solidaridad. Otras veces lo es. Es lo que hay, amigas.