Las hogueras de San Juan de anoche sirvieron a algunos para quemar las últimas mascarillas contra el covid-19. En el último reducto en el que eran obligatorias –los centros sanitarios y farmacias–, los tapabocas serán a partir de ahora solamente recomendadas. Nos abandona así el símbolo que ha caracterizado la lucha contra la pandemia, de la que ya casi ni nos acordamos. O no queremos acordarnos. ¿Es el adiós definitivo a las mascarillas? No, a tenor de las advertencias de los epidemiólogos –¡hace ya tiempo que no les escuchamos!– sobre la aparición de nuevos virus. No las quemen todavía.