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Barrutik

¿De proximidad?

Si las comparaciones son odiosas por lo general, la vivida el jueves en Vitoria-Gasteiz lo es elevada a la décima potencia. Secuencia 1: Sede del Parlamento vasco a las nueve y media de la mañana. En el exterior una docena de trabajadoras de la limpieza de Osakidetza concentradas. Ellas, como mandan los cánones de todas las movilizaciones que se realizan ante la Cámara Vasca, pegadas a la pared del edificio de enfrente, respetando el paso del tranvía. Vigilantes, dos dotaciones de antidisturbios de la Ertzaintza por si acaso alguna de estas terribles alborotadoras se pasa de la raya. Secuencia 2: Sede del Parlamento vasco, diez y media de la mañana. Varios centenares de agentes de la Policía Autónoma Vasca toman literalmente la calle por sorpresa, sin previo aviso de convocatoria, invaden las vías del tranvía, impiden su circulación y son aplaudidos por los ertzainas en servicio quienes, en vez de disolver el grupo -como se hace en otras ocasiones- para que el transporte pueda discurrir con normalidad, aplauden a sus compañeros. Euskotren notifica por protocolo la incidencia y pide que se actúe para la pronta recuperación del servicio. Resumen: Más de media hora con la calle cortada y aplauso al personal por la gesta. ¿Sospecha de alborotadoras? las trabajadoras de la limpieza. Para los segundos aplausos y apoyo. Si las comparaciones son odiosas por lo general, la vivida el jueves en Vitoria-Gasteiz lo es elevada a la décima potencia. Por la diferencia en el fondo y las formas de ambas movilizaciones. Por el abuso de poder, por la inoperatividad consciente de los agentes en activo en el lugar y por el aplauso final con la sensación en la calle de que, quienes sancionan cuando se opera mal, gozan de impunidad cuando ellos mismos traspasan la línea indebida. Actos como el vivido el jueves frente al Parlamento Vasco aleja a la Ertzaintza de ser una policía de proximidad. Y revuelve contra ellos a la sociedad que protegen. Porque si las comparaciones por lo general son odiosas, la del jueves no resiste el mínimo pase.