SONRÍA, por favor fue un eslogan tontorrón que circuló hace unas décadas invitando al optimismo simplón en la sociedad del bienestar. Los estudiosos del lenguaje han establecido que los códigos de comunicación tienen una línea de eficacia comunicativa sustentada en una buena comunicación no verbal. Además, los humanos nos servimos de tics, comodines y latiguillos para comunicarnos. En la actualidad el ámbito de uso/consumo social es el de los medios de comunicación, donde el tic de la sonrisa se convierte en mensaje necesario para avanzar en la comunicación humana. Los profesionales de la tele se pasan la vida sonriendo desde la carcajada desternillante hasta la sonrisita susurrante. La tele se plaga de sonrisas que acompañan la narración, sobre todo de los medios audiovisuales. Todo son sonrisas, empalago de espléndidas dentaduras, catarata de piezas bucales, moda creciente y espléndido negocio de los profesionales del ramo. La risa audiovisual es como un nervioso tic que asoma en la conversación mediática para envolver la comunicación no verbal. Cada profesional tiene su encanto y registro particular. Salir en la tele es desencajar la mandíbula batiente en medio de luces y colores. El mensaje es cansino, lanzado a troche y moche. Ellos y ellas se pasan el programa dándole a la máquina del optimismo en un ejercicio de autómatas del existir. Es como si a los profesionales de los medios les atacase una plaga bíblica de dimensiones ídem. La actualidad se va modulando en un ejercicio aprendido de comunicación no verbal necesaria y agotadora, La eterna eficiencia, la persistente eficacia debe de acompañar el mensaje mediático y así convertir la comunicación en un ir y venir de mensajes modernos. l