pOR regla general, por más que la sabiduría popular nos diga que "el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra", la humanidad, aunque le cueste, acaba aprendiendo de sus errores.

De hecho, por más que como especie nos empeñemos en pifiarla, al final se acaba imponiendo el sentido común y si, por ejemplo, se demuestra que las vacunas nos libran de las enfermedades, a pesar de la estupidez de los posmodernitos que cuentan con la inmunidad del resto, el personal tiende a vacunarse.

Cuesta más sostener esta tesis en lo que a intereses económicos y conflictos armados respecta, pero mal que bien, y con permiso de los diferentes conflictos abiertos por el mundo y los miles de muertos que provoca la avaricia de unos pocos, lo cierto es que los grandes conflictos bélicos del siglo XX no parece que se vayan a repetir, al menos a medio plazo.

Lamentablemente, da la sensación de que nuestros responsables políticos y económicos son mucho más duros de mollera que el común de los mortales y, aunque las causas de la crisis financiera de hace una década y la actual del coronavirus no tienen nada que ver, hay quien apuesta siempre por la misma solución.

Para empezar, la Unión Europea, que no contenta con ser incapaz de dar una solución coordinada a una crisis que afecta a todos sus países miembros, se empeña en reabrir debates de hace 10 años. Tienen que saber los Estados del norte de Europa que una cosa es una mala gestión como la de los años de bonanza económica y otra muy distinta que haya países que se estén viendo obligados a endeudarse para salvar las vidas de sus ciudadanos.

Si algunos países de Europa siguen insistiendo en las políticas austericidas de recorte del gasto público para abonar créditos europeos como único modelo de colaboración entre los miembros de la unión, puede que acaben provocando tales grietas en la estructura institucional comunitaria que haga imposible mantener el modelo actual.

Si la Unión Europea solo sirve para levantar enormes muros ante la inmigración económica, política y social de un continente como el africano que agoniza, no parece que desde un punto de vista de la defensa de los derechos humanos (como afirman los Tratados de la Unión) merezca la pena sostener el andamiaje institucional europeo.

Por otro lado, si para lo que realmente sirve la UE es para convertir 27 mercados en uno solo capaz de competir con EE.UU. y Asia so pena de perder las soberanías político-económicas estatales, francamente, tampoco. Hará mal la Unión Europea si a la incapacidad de gestión sanitaria incorpora su habitual zoco de intereses nacionales. Como también hacen mal quienes, ignorando la dimensión de la crisis, continúan con sus batallas políticas de regate corto.

Nada cabe esperar de Vox que, en su versión más repugnante, aprovecha la circunstancia para manipular noticias y redes sociales con el único objeto de generar odio. Lo peor es que cabría pensar que esta actitud traería cierto alejamiento del PP, pero tampoco.

Como tampoco es lógico que en una situación como la actual todos los gobiernos se reafirmen en sus políticas diciendo que, tal vez, cometieron errores (sin especificar cuales, claro) pero que hay otros que lo han hecho mucho peor.

Los errores de las administraciones tanto europeas, como estatales y autonómicas están siendo tan evidentes que por más que se empeñen en repetirlo, no, la situación no está bajo control y no saben cuándo lo estará.

Así pues, harían todos bien intentar aprender de sus errores, dejar de mirar a quien tienen enfrente como el enemigo a batir y empiecen a mirarlo como un posible cómplice, porque si la crisis sanitaria está siendo terrible, la económica que está por venir tampoco va a ser fácil de gestionar.