EN un partido que solo tuvo la emoción del resultado, Mateu Lahoz, genio y figura, se dedicó a interpretar las reglas del juego a su antojo, con lo que dejó sin sancionar faltas claras y con un criterio en los saltos donde hubo disputa del balón totalmente desacertado en un árbitro de su nivel. Y hay que recordar que cuando quiere aplica bien el reglamento, y eso que el valenciano es sin discusión uno de los mejores colegiados para dejar jugar sin interrupciones. En la primera parte no existieron acciones conflictivas ni de verdadero peligro, aunque Mateu le perdonó una tarjeta amarilla muy clara a Duarte, que con la que luego le mostró después en el segundo acto, pudo suponer la expulsión del jugador del Alavés. Sin embargo, el árbitro acertó al no amonestar por segunda vez a Dani García en el minuto 52. El centrocampista del Athletic se jugó la expulsión, pero aguantó con oficio los noventa minutos. El enfermo solo puso voluntad para salir de los puestos de descenso, aunque lo de proponer buen fútbol, a cuentagotas. Todavía nos queda muchas cosas que mejorar.
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