eL 8 es el número de la suerte en la cultura china y en numerología significa poder. Está el feminista 8 de marzo y las exitosas películas 8 apellidos vascos y su secuela, 8 apellidos catalanes. Ahora, ha llegado la serie vascomadrileña La víctima número 8, compuesta de 8 capítulos y 8 horas de metraje. La televisión pública vasca prefirió el 10 de octubre y no el 8 para emitir el primer capítulo, que reunió a más de 200.000 espectadores entre quienes lo vieron al completo o en parte. No está mal para empezar un 13%, el doble que en Telemadrid y a la par que The Good Doctor. La historia es buena y la producción, modesta. Quiero decir que el guion (de los autores de la ficción carcelaria Vis a vis) ha bordado un thriller intenso, pero le ha faltado presupuesto. La escena inicial, el atentado yihadista en pleno corazón del Casco Viejo bilbaino, no tiene soporte en imágenes; y no por admiración a Chejov y su técnica de la acción indirecta, sino porque para representar la explosión de una furgoneta en un entorno urbano, con los efectos realistas a los que el cine nos tiene acostumbrados, son necesarios muchos medios.
Por fortuna no es un relato sobre el islamismo y se cuida de las emociones xenófobas que provoca. Aquí hay venganza, amor y avaricia, dolor. El título enfoca a los malvados y despeja la inocencia de Omar, el magrebí integrado y novio de la enfermera Edurne al que persigue la Ertzaintza dirigida por la comisaria Koro, embarazada, soltera y feminista. Es imperdonable el personaje del periodista freelance, enfermo y cínico, caricatura de la prensa vasca. Y quizás el protagonismo secundario de la periodista Adela González y algún tertuliano de Euskal Telebista sea pura anécdota. Hay narrativa y eso es lo que importa. Hay una apuesta por la ficción propia que el próximo año nos traerá La Sala, otro serial de las cadenas autonómicas. Ningún país con imaginación se siente solo.