QUÉ fácil es arbitrar en San Mamés, todo hay que decirlo. Pero José María Sánchez Martínez ha cambiado su forma de afrontar los noventa minutos. Al menos ayer. El murciano no fue ese colegiado que saca adelante los encuentros a base de tarjetas. Me gustó su saber estar y demostró cómo hay que dirigir el juego. Lo único que se le puede discutir es la amonestación a Córdoba y que no mostrase la segunda amarilla a Rubén Pérez. En el minuto 36, hay un pase de profundidad a Córdoba, que es agarrado y derribado por Zaldua cuando encaraba la portería en una manifiesta ocasión de gol. Creo que el jugador del Athletic llegaba al balón, pero el árbitro consideró que no, por eso no expulsó al defensa donostiarra del Leganés.
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