UN arbitraje bastante bueno para el Athletic el que anoche protagonizó en el Stade Vélodrome el portugués Manuel Jorge de Sousa. Su único error favoreció a los intereses del conjunto bilbaino, que pudo marcar gracias a un penalti inexistente. Fue al filo del descanso. Lo que suele denominarse como un gol psicológico. No existe mano de Rami dentro del área. Es verdad que al central francés le golpea el balón en el brazo al girarse, pero es de manera involuntaria. A mí entender, creo que el colegiado luso se equivocó al señalar la pena máxima, aunque lo hizo, finalmente, tras hacer caso a uno de los árbitros de área, que habló con él por el pinganillo para advertirle, a su juicio, de que el defensa del OM había cometido mano. Un error que es bienvenido si sirve para que los leones encaren con más posibilidades el desenlace de la eliminatoria, prevista para el próximo jueves en San Mamés. Por lo demás, en la segunda parte, De Souza hizo un arbitraje totalmente contemplativo, ya que el Athletic no disparó entre los tres palos en ninguna ocasión. En el minuto 83, Iñaki Williams reclamó un penalti, pero lo que hay es un desplazamiento al delantero bilbaino fuera del área. También acertó el colegiado al anular un gol al OM en el tiempo de descuento. Hacía tiempo que no veía a los leones correr tanto y sin cabeza detrás del contrario como en el segundo acto.
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