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La mujer del César pisa calle

La mujer del César pisa calle

SEGÚN la historia, Julio César se divorció de Pompeya Sila al poco tiempo de ser ungido emperador, porque ella asistió a una Saturnalia, orgía sexual que se permitían las damas romanas de la aristocracia en algunas oportunidades. Anunciado el divorcio, las más conspicuas matronas del patriarcado romano pidieron a Julio César la revocatoria de su divorcio ya que su esposa, Pompeya, había asistido solo como espectadora y no había cometido algún acto deshonesto. Julio César contestó: “La mujer del César no solo debe ser honrada, sino además parecerlo”. La frase cayó en manos de la calle. Y desde entonces cuando una persona cae bajo la duda de haber cometido un acto sospechoso (o de no haber hecho algo cuando debía hacerlo...) aun cuando no esté comprobado lo doloso del mismo, se dice “no solo hay que ser sino parecer”. Hoy, cuando el miedo se agolpa a nuestro alrededor merced a los últimos acontecimientos, el Pacto por la Seguridad saca a la calle más Policía de la habitual, un gesto que recuerda al de la incauta Pompeya.

No parece suficiente con doblar la presencia policial en las calles. La sensación es buena, claro que sí: el vecino se siente protegido y el delincuente arrinconado pero el primero aún teme al descuido y el segundo lo espera, al acecho. El Pacto del que les hablaba así lo entiende. Se aboga por la dignidad de las personas, la cohesión social, el compromiso, la participación, la igualdad, la innovación, la calidad de vida y sobre todo la firmeza para llevar todo esto a cabo. Son unos votos fabulosos puestos sobre el papel. Pero el papel lo resiste todo y falta, según lo entiendo, un paso más: predicar con el ejemplo.

¿Qué quiero decir con ello? Solo a un descuidado lector o a alguien ingenuo se le escapa que mientras los santos son una especie en vías de extinción, abundan los pecadores que mantienen la característica de la que les hablaba al principio: hacer todos los esfuerzos por parecer honrados. Sobre todo en los sangrantes casos de los menores (sangrantes en dos sentidos, como algunas circulaciones...), queda otra sensación, la de que los chavales actúan según lo visto en casa, según lo visto en su calle. Cuando no tienen espejo en el que mirarse deciden construir un personaje, una mujer del César a la inversa. Viéndole moverse con aires amenzantes, se diría que lo suyo es otro cantar, que no solo hay que ser deshonesto (o ladrón, o asesino), sino hay que ostentarlo. Y llorar cuando te atrapan.