ES lo que se suele llamar un punto de sutura que, aunque no alcance para sanar al enfermo, al menos para la hemorragia. El empate edulcora el mal ambiente y prolonga la incertidumbre, a la espera de la reacción que no termina por llegar y una perspectiva a corto plazo que puede ser definitoria: el Athletic se juega el próximo jueves su futuro en la Europa League y necesita la victoria frente al Hertha Berlín. La misma pinta transcendental tiene el siguiente partido de Liga, a disputar en Riazor frente al Deportivo, otro equipo en dificultades, que cambió al entrenador para rectificar su errático rumbo y que ha vuelto a perder su escaso crédito con su derrota ante el Málaga, hasta entonces colista de la división.

Todavía escuece la caraja exhibida en Balaídos ante el Celta, donde otra vez borraron el trazo de esperanza que se había concebido ante Östersund sueco; el último ejemplo de la poquedad que muestra el equipo lejos de San Mamés.

Vistos los antecedentes y comprobada la insoportable levedad del Athletic, el pundonor empleado contra el Villarreal entra en el apartado del mínimo exigible para un equipo histórico y con pedigrí, que viene de hacer el ridículo, pero todavía es capaz de sacar a gala su orgullo. Lo de jugar bien al fútbol como argumento para ganar los partidos ya es harina de otro costal. El Athletic juega a fuerza de impulsos porque le aprietan las urgencias y carece del sosiego necesario para plasmar sobre el campo lo que se entrena en Lezama. Necesita en consecuencia recuperar la confianza, y para recuperar la confianza se requiere enlazar unos cuantos resultados positivos, lo que de momento parece una misión imposible para el Athletic actual, que tan solo ha sumado cinco de los últimos 27 puntos disputados. Si a todo eso se añaden errores de bulto, pues estamos apañados. Se reclamaba la vuelta a la titularidad de Iturraspe, algo así como un tuerto en el país de los ciegos con vistas a recomponer el maltrecho centro del campo, huérfano de ideas desde que Beñat y Muniain cayeron en desgracia. Y tuvo que ser precisamente el reclamado quien cometió un penalti de libro y luego estuvo fuera de sitio en el gol de Trigueros. Iturraspe luce bigote solidario, apoyando así la causa de Movember, un movimiento internacional que trata de concienciar sobre la prevención contra el cáncer de colon y testicular, lo cual está pero que muy bien. Lo hizo por vez primera en noviembre de 2014 y el Athletic rectificó su irregular comienzo. Pero, claro, el bigote no sirve de talismán.

De talismán sí que ejerce Arrizabalaga, cuya actuación fue determinante para ensartar este punto de sutura. Por eso le queremos tanto: es muy bueno. Y además el tío es como un témpano, tan frío que ni se inmuta. Toda la presión sobre sus espaldas y él como si nada. A lo suyo, parando un penalti y sacando de un mandoble ese balón que iba derechito a la escuadra. ¡¡Kepa, Kepa...!! gritó la afición en señal de agradecimiento, y para ablandarle su corazón, apelando a su romanticismo y diciéndole de paso que tiene toda la vida por delante para hacerse multimillonario y ganar títulos, quizá en otro equipo, pero dentro de un tiempo. El Espanyol está en las mismas con su portero, Pau López, en la cantera desde los 12 años. Jordi Lardín, director deportivo del club perico, avisa: si para diciembre no renueva, no podemos perder el tiempo con un portero que no quiere estar aquí. Pero ese no es el caso de nuestro Kepa, ¿verdad?

Sí ha renovado en cambio Aritz Aduriz, el hombre que agarró al vuelo, y nunca mejor dicho, el punto de sutura. Está en plena forma el hombre, y que dure, pues por desgracia no se atisba un sustituto para un puesto fundamental.

Raúl García no termina de recuperar la forma. Lo mejor que hizo Ziganda durante el partido fue sustituirle por Aketxe, porque entonces comenzó a fluir el fútbol en el Athletic. Ni tan siquiera durante su despendolada época de rotaciones el técnico confió en el menudo centrocampista. Ya va siendo hora.