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Uganda, el mayor campamento de refugiados

SI fuera por los planteamientos, la política humanitaria de Uganda con los refugiados es la más generosa del mundo. Si bien la realidad rebaja notablemente ese espíritu fraternal, Uganda no solo tiene hoy en día el mayor campamento de refugiados del mundo -Bidi Bidi, con 272.000 asilados a los que hay que sumar cerca de 150.000 inmigrantes clandestinos que cruzan constantemente la frontera sudan-ugandesa porque son pastores que aún tienen pequeños rebaños en el Sudán Meridional-, sino que mantiene una actitud muy abierta e integrista con los fugitivos,

Porque el Gobierno ugandés insiste en ver en los desplazados -en su mayoría, sudaneses del sur- una oportunidad y no un problema: una masa de población que, una vez integrada, ha de elevar el PIB nacional. Y así, a los asilados se les identifica, registra y aloja en campamentos en un máximo de 48 horas, se les da cartillas de racionamiento para que compren alimentos, a sus niños se les escolariza gratis y gratuita es también la asistencia médica.

Además, a cada refugiado se le regala un solar de treinta metros cuadrados -a principios del decenio las parcelas eran de cien por treinta metros- para que se integre inmediatamente en la vida económica del país y se le ayuda (en la medida de lo factible) a insertarse en la sociedad. No hace falta decir que la inmensa mayoría de las tierras repartidas entre los fugitivos son solares yermos que los indígenas no han querido trabajar hasta ahora.

Todo esto, que como planteamiento es enormemente generoso y se debe en gran parte a que el actual Gobierno ugandés está compuesto por políticos que a finales del siglo pasado se refugiaron en Sudán Meridional, tiene una plasmación bastante más triste en la realidad. Y si es verdad que el campamento de Bidi Bidi no está cercado y que sus residentes se pueden mover libremente, para salir del distrito se necesita un salvoconducto y este lo obtienen tan solo contadísimos sudaneses.

A todo esto, quizá la característica más positiva de la hospitalidad ugandesa sea la actitud de la población que acepta sin reticencias ni envidias la presencia de los refugiados y los relativos privilegios de estos -bonos alimenticos, escolaridad gratuita- sin sentir celos ni envidias; a lo sumo, algún listillo se hace pasar en el distrito de Yumbe -donde está emplazado Bidi Bidi- por ugandés para hacerse con una asistencia social a la que no tiene derecho.

Por otra parte, la integración de esta masa humana de escasa formación profesional e intelectual requeriría -según cálculos de las autoridades de Kampala- una partida presupuestaria de 1.000 millones de dólares y los donativos recibidos hasta ahora del extranjero quedan muy lejos de esta suma.