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Mucho vocerío y nada que decir

sIN entrar en valoraciones sobre que plato de la balanza lleva razones de más peso-en plenos municipales tan poblados y variopintos suelen repartirse las cargas...- llama la atención la cantidad de voces que se escuchan y la virulencia con que se emplean. Fue Leonardo da Vinci, uno de los congéneres más sabios de cuantos han pisado la faz de la tierra,quien nos recordó que aquel que de verdad sabe de que habla, no encuentra razones para levantar la voz. Siglos después ese pensamiento no ha marchitado. Más al contrario, uno diría que se ha fosilizado para inmortalizar su huella.

Voz del pueblo, voz del cielo, dice la voz de la calle. Leída la letra pequeña de la disputa vivida ayer en el pleno del Ayuntamiento sobre el reglamento de los distritos, salta la rana de la duda para nosotros, los profanos: ¿se trata de escucharle o no al pueblo o de dónde y cuándo hacerlo? Ese parece ser el embrión de una crisis que solo el tiempo dirá si se gesta o no.

La luna negra de esa disputa eclipsó otras cuestiones de interés como la subida de impuestos (es todo un clásico: en cuestión de tributaciones nunca llueve a gusto de todos...) o el debate sobre quién recaen las responsabilidades del pavoroso incendio de Zorrotza que se llevó cinco vidas por delante. Gobernar es también priorizar con honradez de espíritu. Si así lo hicieron, nada que decir.