Me lo pido
Lo sorprendente de la conducta de los telespectadores es que se regalan para sus hogares pantallas más grandes a medida que aumentan sus quejas por la programación. ¿Y para qué quieren televisores de mayores dimensiones si los contenidos son cada vez peores? Quizás es que también en esto el tamaño importa y que, igualmente, la cantidad actúa aquí como máscara de la calidad. Es el paradigma de la falsa grandeza. Este año Olentzero se ha hartado de obsequiar estos armatostes, con innovadoras prestaciones en imagen, sonido y conectividad, delgados pero gigantescos, que proclaman con la rotundidad de sus muchas pulgadas su primacía sobre cualquier otro objeto y sujeto de la casa. Una barbaridad estética. Y supongo que ética.
Me pido otra densidad para 2017. Me pido un cambio de rumbo en ETB que nos saque de la vulgaridad y sus menguantes resultados. Me pido la renovación del modelo de nuestra radiotelevisión pública y que se oriente hacia las necesidades sociales y estratégicas de las próximas décadas. Me pido mañanas creativas de cultura, tardes radicales de debate y noches de cine, emociones y autoestima. ¡Por favor, un poco de atrevimiento, no una tele de membrillos! Me pido caras nuevas y al mismo tiempo que se recupere la confianza en la veteranía, marca de la casa.
Me pido que Telecinco prosiga su degeneración hasta alcanzar un liberador autoexterminio. Que Antena 3 le arrebate el liderazgo. Me pido que TVE abandone el neofranquismo y trasladen a Sergio Martín, sectario mayor del reino, a alguna lejana embajada. Me pido que la beata 13TV mantenga sus impagables tertulias, que tantas risas nos deparan. Me pido que las series no se postulen, ni por aproximación, como sucesoras del cine. Me pido que la publicidad haga honor a su talento. Que el prime-time acabe a las once de la noche. Y que UTECA, el lobby de las cadenas privadas, deje de tocarnos las narices con sus miserables proclamas en nombre de la libertad. Por lo demás, satisfecho con mi vieja tele de 24 pulgadas, me pido una inteligencia abierta y un corazón pleno.