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El pelotazo

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ES probable que con la media sonrisa congelada Pili Zabala haya seguido desde el salón de su chalet de Zarautz las vicisitudes de la rue del Percebe por las que ahora pasa su compañero de partido. Ah, la zanahoria inmobiliaria, tantas veces transmutada en flecha convenientemente acerada para jugar a lanzamiento de jabalina política. Desde los tiempos de la jet set y los yuppies se guarda un vivo resquemor a quienes tuvieron al alcance de la mano la permuta de terrenos, compra barata de paquetes de acciones, desaparición de fondos públicos, filigranas legales, recalificaciones de aúpaelerandio, casoplones con jacuzzi eta abar. Dios, llenarse los bolsillos de purititasuerte no más.

Como ocurre con Hillary (Clinton se empeña ella, aunque más le luciría utilizar su propio apellido de antes de matrimoniar, Rodham) que tiene que hacer más veces de Bill que de la candidata presidencial que es, en el caso de Ramón Espinar su simple árbol genealógico provoca la salivación mediática con prontitud. A quién se le ocurre disponer de dinero prestado no por el banco/caja sino por la fuente familiar, grave afrenta a la España de los hipotecados de por vida.

Nos extraña que en plena rueda de prensa no acudieran unos números de la policía a esposarle públicamente, llevárselo en furgona de lunas tintadas, hacerle las instantáneas de rigor, de frente y de perfil, y colgar su nombre de inmediato en el ránking de delincuentes más buscados en el Estado de las autonomías. Es cierto que en la península, Rodrigo Rato aparte, la sobreactuación policial está muy mal vista, ejem, en general.

De los 150.000 pisos en alquiler con opción a compra comprometidos por la Comunidad de Madrid en 2005 solo se habían entregado 13.300 a fecha abril de 2013. El 16% estaba entonces vacío, metros cuadrados nunca ocupados, porque los sucesivos adjudicatarios se vieron obligados a renunciar al no poder afrontar el pago de las rentas.

¿Podría ser Espinar uno de los desgraciados incapaces de juntar 600 euros al mes teniendo su padre una black en el bolsillo? Obviar la sombra del apellido sería la clara demostración de cómo se las gasta el país europeo de las oportunidades al norte de Gibraltar (huy, con perdón). El tal Ramón ha llegado a senador y no con las siglas heredadas. La prensa seria, mientras tanto, se pregunta por qué vendió el piso con protección al importe máximo autorizado por la Comunidad de Madrid. Ni que fuera comunista.