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El genuino club de los cero fichajes

El genuino club de los cero fichajesJuan Lazkano

EL pasado miércoles se cerró el mercado de futbolistas y el Barça se llevó la palma, gastando nada menos que 123 millones en seis fichajes destinados a calentar el banquillo azulgrana. Es decir, que Cillessen, Umtiti, Digne, André Gomes, Denis Suárez y Paco Alcácer consintieron más contentos que unas pascuas, asumiendo como un reto de superación personal su condición de suplente a la espera de esa oportunidad que les permita demostrar categoría suficiente para discutirle el puesto a las reputadas estrellas del firmamento culé. A eso se le llama tener un fondo de armario a lo Giorgio Armani.

El exceso también se ha notado en el Alavés, que para afrontar su regreso a la máxima división desmilitarizó a la briosa tropa que logró el ascenso y se ha reforzado con dieciocho jugadores nuevos, además de despedir con cajas destempladas a José Bordalás, el adalid del éxito, colocando en el puesto de entrenador al argentino Mauricio Pellegrino. Sin duda se nota la mano implacable Josean Querejeta, un fenómeno gestionando el baloncesto.

Pero el club que verdaderamente ha llamado la atención es el Athletic, caso único en el fútbol mundial por su idiosincrasia, y también por no gastarse un duro ni tan siquiera en un miserable refuerzo, aunque solo fuera por cubrir el expediente y traer un rostro fresco hasta Lezama. Y no será por dinero, que la pasta le sale por las orejas, hasta el punto de invertir una millonada en esa monumental boina que impedirá que los socios se mojen, tal y como prometieron al construir el colosal estadio. Mira que podían haber pecado de prudencia y guardarse las bilbainadas para otro sarao, y aún así seguro que más de uno se vuelve a mojar, y otra vez el burro a la noria.

Ahora bien. La continencia franciscana del Athletic en asuntos de fichajes me parece pero que muy acertada. Los que valían la pena (pongamos que Azpilucueta o Monreal) no quieren venir, pese a la generosidad mostrada desde Ibaigane. Hasta el último minuto del miércoles hubo alguna esperanza, sobre todo pensando en la sorpresiva (y rentable) contratación de Raúl García en los albores de la pasada temporada. En cambio las conjeturas sobre otros nombres se difuminaron en la nada, o fueron pasto de vanas especulaciones planeadas por pillos y malandrines.

La voluntad del Athletic de competir con gente vasca o formada en su cantera tiene una fascinante vertiente romántica, pero en tiempos de penuria deportiva o de cartera caliente, que es el caso actual, el club se expone a pagar la primada, y que le saquen cantares, y eso viene ocurriendo desde los tiempos de Lorenzo Juarros; o financiar algún estupendo plan de pensiones, como ha sucedido con Kike Sola, a quien Ernesto Valverde no quiere ver ni en pintura. Por eso en Osasuna lanzan cohetes cada vez que el Athletic se interesa por alguno de sus mozos. No lo hizo, o lo hizo poco, por Mikel Merino, el único que merecía la pena y que acabó en el Borussia Dortmund, probablemente por sobreabundancia de centrocampistas en la plantilla rojiblanca, y sí preguntó por Álex Berenguer, a quien algún visionario con muchas dioptrías apodó el Messi de El Sadar. Luis Sabalza, presidente rojillo, al parecer respondió que o pagan la cláusula (nueve millones) o nada, con la peregrina justificación de que había prometido a sus parroquianos que tan solo vendería un canterano por año, y el cupo ya estaba cubierto con Merino. Y Urrutia se echó para atrás, quizá acordándose de Sola, y del mismísimo Lorenzo Juarros, el actual secretario técnico de la Real Sociedad. ¿Acaso estuvo el entrañable Loren en la perversa maquinación urdida alrededor de Mikel Oyarzabal, convertido en el nuevo héroe txuri-urdin por su abnegada resistencia a claudicar a la descomunal oferta del Athletic, previo pago de 40 millones al club donostiarra, según se propaló a través de notorios mentideros guipuzcoanos? La mueca de franca indiferencia que puso Valverde cuando fue preguntado al respecto contrasta con los gritos de ¡¡victoria!! proferidos por Jokin Aperribay, quien anunció con solemnidad vaticana la renovación del delantero eibarrés hasta 2022 en premio a su amor a los colores y desdén a las tentaciones del maligno. El presidente de la Real comunicó además que la cláusula del muchacho ascendía a los 50 millones, “60 en casos especiales”, y así acabó esta película de ciencia ficción que nos ha dejado absolutamente anonadados.

En consecuencia, el Athletic no solo ha rechazado cualquier fichaje, sino que además se permite el lujo (y la caridad) de ceder al Sporting a su máximo goleador, Borja Viguera, pagando además su salario.