Llegados a este punto y sin que vaya a más...
El sondeo del CIS señala que otras elecciones no llevan a un escenario más manejable, así que no deberían darse mus
PIDO disculpas anticipadamente. Es que voy a verter una serie de juicios de valor sobre esta chirigota en que han convertido los partidos españoles la investidura de Mariano Rajoy. La de Rajoy, sí. Ahora o cuando los votantes le ratifiquen en otoño. El último barómetro del CIS no anticipa otra cosa. Así que el presidente español en funciones te puede caer gordo o flaco pero, hoy por hoy, es el único con argumentos para formar gobierno en el Estado. Por desistimiento del resto y por fatiga del electorado.
Ese electorado que le castigó en diciembre pasado por los recortes, las medias verdades y las mentiras completas y la sucesión de fosas sépticas que alberga su partido según las instrucciones judiciales que lo señalan. Pero el mismo electorado que le perdonó parte de sus pecados en junio con 14 diputados más.
No puede decir lo mismo la nueva izquierda, que se dejó más de un millón de votantes -ellos sabrán por qué, o igual no y por eso no se le ve a Pablo Iglesias desde entonces-. La ausencia del principal líder de Podemos es un clamor; el resto de los referentes de la nueva hornada de políticos con vitola de progresistas, como Errejón y Garzón, quedan demasiado a la vista como para ocultar sus diferencias. Lo que pudo ser un tsunami parece haber quedado en fuerte marejada y empieza a encarar una situación complicada porque, donde había una ola, hoy hay varias corrientes que no necesariamente vierten en la misma dirección. Es un paso más en el proceso de apaciguamiento que acabará convirtiéndolo en un partido al uso, con una estructuración jerárquica al uso y con un control de la disidencia al uso.
No se le atemperan las ínfulas a la nueva derecha, aunque ya ni suena a nueva ni a alternativa por la derecha. Dice el CIS que, lo mismo que Podemos no está ya para superar al PSOE, Ciudadanos tampoco saldría bien parado de una nueva convocatoria electoral antes de fin de año. Ya se sabe que, en ambos casos, las encuestas dan muchas vueltas, pero la espiral del partido de Rivera lleva ruta descendente.
Mientras, al PSOE el sondeo del CIS le promete una ligera recuperación. Como dirían en el parqué, parece haber hallado un soporte justo antes de entrar en barrena y ahora solo puede subir o desaparecer. Pero no se libra de esa imagen de carcasa hueca en la que se sostiene Pedro Sánchez porque nadie más quiere coger el timón en la zozobra.
Así que, llegados a este punto, antes de que vuelvan a darse mus hacia otra convocatoria electoral, propongo lo siguiente: que Mariano Rajoy se trague el orgullo y humille el hocico perdiendo la primera votación de investidura; que Sánchez se dé por satisfecho y le cuele unas reformas de las que dan titular -Lomce, reforma laboral, Ley mordaza, etc.- pero que ya acumulan cierto consenso en que no son sostenibles por más tiempo; y que se dedique a hacer oposición dura y hasta cainita si quiere a un gobierno en minoría, pero facilitando que lo haya; que le den a Rivera con qué entretenerse -mientras no sea la unidad del Estado, que nos la lía-; y que se bregue Pablo Iglesias en el Congreso, a ver si hay más política real y menos guiños a cámara. ¿Qué? ¿No cuela?