ES hora de que el PSOE tenga una lideresa. Muchos y muchas así lo creen, incluidos bastantes socialistas. Una mujer, al fin, que lleve las riendas del partido y pueda convertirse en la primera presidenta del Gobierno. Es mucho decir, no porque sea o no mujer, sino porque quizá el PSOE, vía Pedro Sánchez, acaba de perder su última oportunidad histórica de alcanzar La Moncloa. Es por ello que muchos y muchas, esta vez todos socialistas, esperan con las espadas en alto y bien afiladas los resultados de las próximas elecciones y el previsible descalabro de Sánchez. Entonces será el crujir de dientes.

Las mujeres de su partido le están dando serios disgustos a Pedro Sánchez. Carme Chacón, una de las insignes dirigentes del PSOE, y Irene Lozano, el gran fichaje que el secretario general logró arrancar de las filas de UPyD -así estaba y así está el patio-, renuncian a ir en las listas del 26-J. Son trayectorias, motivos, perfiles y estrategias muy dispares pero ambas ponen a Sánchez en el disparadero.

Chacón parece estar en la estrategia de ‘a Pedro Sánchez ni agua, fracaso electoral y sustitución’ que comparte con la gran cabeza -a veces visible, otras, no- y aspirante a sustituta del derrocado, la baronesa andaluza Susana Díez. Al menos, Chacón ha tenido la pequeña decencia de reconocer que su decisión de no presentarse de nuevo como candidata por Barcelona es “por motivos políticos”. Claro que decir a renglón seguido que esos motivos “no son relevantes” y que se los guarda para ella es, además de una ridiculez, una puerta abierta a la especulación.

Chacón siempre ha metido los codos en su partido, lo que no es en absoluto reprochable. Leal a Zapatero, perdió por una veintena de votos la lucha por el liderazgo socialista con Rubalcaba y se marchó de año sabático a Miami. Nunca ha estado cómoda con Sánchez ni soporta los presuntos guiños de algunos compañeros catalanes al derecho a decidir. Susana Díaz tendría en ella una buena aliada. ¿O quizá sea al revés? Veremos.

Chacón se echa a un lado porque no quiere desgastarse en unas primarias con Carles Martí, que quería disputarle el primer puesto por Barcelona ya que consideraba que la candidatura de la exministra socialista era “un error”. Quizá sean esos los motivos políticos “no relevantes”. Los relevantes son los otros, los de calado. El objetivo final.

La revolución femenina en el seno del PSOE amenaza a Sánchez, acosado por todos y todas. El ataque de nervios está a flor de piel.