El partido estorbo
CIELO santo qué partido, metido en mitad del duelo europeo frente al Sevilla tenía la traza de un estorbo y realmente fue eso, un estorbo. Si le hubieran preguntado a Valverde: buen hombre, no es obligatorio jugarlo, ¿qué dices?, estoy por asegurar que el técnico rojiblanco se escapa por peteneras y a ritmo de fandanguillo del trance frente al Rayo, incordio de rival, más que nada porque se acerca el fin de la Liga y arrecia la borrasca. Pero se jugó, qué remedio, Ernesto puso una alineación circunstancial, así como a voleo, preservando a sus mejores hombres, eso sí, y le salió la cosa que ni pedido de encargo: El Athletic jugó mal, pero que muy mal, y sin embargo se llevó tres puntos que, mira por dónde, igual le sirven para acabar quinto el campeonato, evitando así padecer otras dos oprobiosas eliminatorias previas a la próxima Europa League, y tener más tiempo de descanso, con la consiguiente solaz física y mental. Porque mentalmente los chicos del Athletic estaban en otro sitio, y la hinchada también, pues asistió al encuentro en silencio, desprovista de toda carga emocional. Si hubiera vencido el Rayo seguro que no habría sonado ni un pito, y sí aplausos hacia el rival, que tuvo la posesión de la pelota y dominó el partido pero, ¡ay!, se encontró con un inconmensurable Gorka Iraizoz, protagonista de tres paradas antológicas, y un fogonazo de Iñaki Williams, que rentabilizó una de las escasas ocasiones de gol de la escuadra bilbaina. Así que el Rayo se marchó rumiando su perra suerte, porque los vallecanos sí que necesitaban como el comer los puntos en disputa para soslayar la Segunda División. Aquí me surge una pregunta: quedando meridianamente claro que el Athletic-Rayo no existía a efectos físico-afectivo-mentales, y lo único que cuenta es acudir el jueves a Sevilla con la mejor traza posible, ¿acaso será capaz Ernesto de arrinconar en el banquillo a Iraizoz y alineará en la portería a Iago Herrerín? ¿Pero no hemos quedado que la Europa League es absolutamente prioritaria y en consecuencia hay que poner al once ideal, con todos mis respetos hacia Iago Herrerín? ¿No es cierto que Iraizoz inspira más confianza a la tropa rojiblanca, con Ernesto Valverde a la cabeza, que Herrerín? Entonces y en consecuencia, el técnico alineará al bravo cancerbero navarro ¿O no?
Mira por dónde que el partido-engorro contra el Rayo sí ha tenido jugosas secuelas. Para empezar, el Athletic ha sumado tres puntos que pueden pesar en oro al cabo de la temporada, porque no es lo mismo acabar quinto que sexto o séptimo; Iraizoz ha vuelto a demostrar que está en fase alfa de inspiración, luego su concurso se antoja imprescindible para abordar con la máxima garantía la sagrada misión europea, y para colmo casi nos da un soponcio cuando Williams anota el gol, lo festeja gesticulando de una forma que me niego a interpretar y se lleva una mano a la pierna, como queriendo decir: ¡Diablos, me he lesionado!, aunque después habló ante las cámaras de televisión tan campante, restando cualquier trascendencia al percance físico, y si había solicitado el recambio inmediato fue únicamente por precaución. A fin de cuentas ya había cumplido con el guión, calibrado el cañón de hacer goles, y sobraba en el fantasmagórico encuentro ante el Rayo.
Se acerca el final y como en el Apocalipsis fenómenos extraños aparecen, lo cual, llevado al terreno futbolístico significa ándate con cuidado, forastero. Quién le iba a decir al Barça que con el título prácticamente en el bolsillo va y pierde dos partidos de Liga seguidos. Tiene un pase frente al Madrid. Pero caer por sexto año consecutivo en Anoeta es de fenómeno poltergeist. La Real (el fútbol y sus locuras) nos han puesto sobre la pista: lo mismo derrota al poderoso Barça o al inabordable Sevilla en su guarida que pierde con el más mindundi de la categoría. Sabemos que la suerte anda revoloteando caprichosa y que el Athletic irá a Andalucía fresco y conjurado, dispuesto a ofrecer su mejor versión o a morir en el intento.