ala vista está que la recuperación tras la crisis no está siendo un camino de rosas en materias tan sensibles como la creación de empleo. Ni tan siquiera será una cañada, más o menos abrupta, en la que, al menos, se imponga la ley de la meritocracia que reconoce las cosas bien hechas y las recompensa. Esto es así, pese a la existencia de bastantes expertos empeñados en dar la razón a esos dirigentes políticos y responsables financieros que propagan la falsa ilusión de un renacimiento económico en Europa, mientras se desangran sectores estratégicos como el siderúrgico, cuna y germen del gran acuerdo que propició, en 1950, la Comunidad Europea del Carbón y el Acero y, después, de la Comunidad Económica Europea.

Estos días estamos asistiendo a una nueva vuelta de tuerca de este calvario de acero con el anuncio de una parada temporal indefinida de la Acería Compacta de Bizkaia con argumentos trillados, aunque ciertos, como el desplome del mercado mundial del acero, la competencia desleal de los países emergentes o la invasión de productos siderúrgicos chinos un 30% más baratos. Tampoco debemos olvidar que la planta ubicada de Sestao, así como otras en Gipuzkoa o la de Etxebarri, son filiales de ArcelorMittal, la mayor compañía siderúrgica mundial que está presente en más de sesenta países con una plantilla de más de 400.000 empleados en 2014.

Semejante imperio industrial está presidido y dirigido por Lakshmi Mittal, un millonario hindú que adquirió Arcelor bajo el patrocinio de Goldman Sachs y ha protagonizado otras situaciones semejantes a la de Sestao. La más llamativa puede ser la que se vivió en la localidad francesa de Florange que supuso un duro enfrentamiento con Hollande y su ministro de Recuperación Industrial, Arnaud Montebourg, quien acusó al empresario angloindio de “mentir y chantajear” al Estado, amenazó con nacionalizar la siderurgia y llegó a decir: “No queremos que Mittal siga en Francia”. Pero el multimillonario terminó ganando la batalla.

RESPONSABILIDAD EUROPEA Siendo todo esto cierto, hay otras razones que también han contribuido a la debilidad del sector siderúrgico europeo, cuya responsabilidad recae en las autoridades españolas y de la UE que no sólo establecen duras y necesarias medidas internas relacionadas con el medio ambiente, seguridad y calidad de los productos, sino que, en nombre de la liberad de mercado, son permisivos con la presencia de personajes como Mittal a quien un sindicalista de la planta de Florange lo definió como “un pachá arrogante que cree que los trabajadores somos súbditos y te hace un favor por pagarte el sueldo”.

En los últimos años, el sector siderúrgico europeo sufre un preocupante declive. El descenso en las ventas y el aumento de las importaciones no solo es consecuencia de la creciente producción china a precios muy inferiores a los europeos. No. El problema central reside en la inacción ante el dumping de países emergentes por parte de las autoridades europeas sometidas, por una parte, a los dictados de los socios poderosos y, por otra, a la falta de autoridad para llevar a buen término sus propias propuestas, como la presentada en junio de 2013 por la Comisión Europea, conocida por el Plan de acción para una industria siderúrgica competitiva y sostenible en Europa -con el fin de dar una solución a la crisis del sector del acero en Europa y establecer las acciones específicas destinadas a garantizar una industria líder en su sector que sea capaz de resolver los problemas estructurales a los que se enfrenta hoy en día- que no ha tenido mayor desarrollo que su presentación.

Pero no debemos olvidar la responsabilidad del Gobierno español empeñado en negar ayudas para reducir los costes energéticos de un sector cuya factura eléctrica representa un 40% de los costes de producción y es un 38% más cara que en Alemania o un 20% más cara que la media europea.

Resumiendo: Si el sector europeo sufre el declive por la presencia de países emergentes que no se someten a la regulación europea y el sector español padece la incompetencia de su gobierno, coincidirán conmigo en que estamos ante un calvario de acero.