Patxi López y los precedentes
El ex lehendakari ha sido nuevamente aupado a un cargo institucional destacado con los apoyos de la derecha
EN el reparto de puestos al que hemos asistido en la primera sesión del Congreso de los Diputados de esta legislatura solo ha habido una novedad: que el matrimonio entre PP y PSOE lo ha oficiado Ciudadanos y, como buen cura, ha reclamado su puesto en el banquete.
Resulta por lo menos curioso cómo ha tratado cada uno de explicar este sumatorio de voluntades e intereses que ha llevado a Patxi López a ocupar la presidencia. Según el PSOE, solo lo ha acordado con Ciudadanos. Según Ciudadanos, ha sido posible gracias a su intermediación entre PSOE y PP. Y según el PP, es un pacto a tres que demuestra su buena voluntad para futuros acuerdos que den estabilidad a la legislatura. Sea como fuere, se repite la jugada: ahí está López, que aún no ha ganado unas elecciones, aupado a un puesto institucional destacado con los apoyos de la derecha. Para ser hijo de un obrero, como subraya su currículo, la derecha le tiene un querer sostenido.
A botepronto, recuerdo operaciones similares que han acabado con acuerdos que van más allá de la composición de la mesa que presida el legislativo de turno. Cuando la socialista Elena Torre se convirtió en junio de 2007 en presidenta del parlamento Foral de Navarra, lo siguiente fue el “agostazo” que dio al traste un cambio de Gobierno en Nafarroa y el apoyo socialista a que Miguel Sanz de UPN siguiera al frente del ejecutivo. Es decir, el PSN hacía como que negociaba una cosa y cerraba mientras tanto otra alternativa contraria.
Días antes de las elecciones al Parlamento Vasco de 2009, Patxi López repetía allá donde hubiera un micrófono frases como “nunca pactaré con el PP” e incluso ante la insistencia de los periodistas, remarcaba “he dicho una y mil veces que no vamos a buscar acuerdos con el Partido Popular”. Ya saben ustedes cómo acabó la película: Arantza Quiroga de presidenta del Parlamento vasco y López de lehendakari.
Si estos precedentes valieran, no es descartable que la designación de López como presidente del Congreso es solo un aperitivo de un banquete gubernamental cuyo menú negocian los que dicen que jamás se sentarán a la misma mesa. Vamos, nada distinto de lo que pasó en Iruñea aquel verano de 2007 y en Gasteiz la primavera de 2009. Es la versión edulcorada de la llamada “gran coalición” entre PP y PSOE con Ciudadanos de monaguillo oficiante.
Esta de acordar con el PP, por pasiva como hizo ayer mismo o por activa como ya le ha propuesto Rajoy, es una de las tres malas opciones que tiene el PSOE tras las elecciones del 20-D, porque las otras tampoco aparecen hoy como mucho mejores; repetición electoral o cisma por pactar con Podemos (suponiendo, que es bastante suponer, que Podemos esté dispuesto a pactar).
Por volver a los precedentes; tanto en Nafarroa como en la CAV aquellos requiebros socialistas para terminar abrazados a la derecha derivaron en un inmediato y continuo descenso electoral. Lo hizo cuando aún no había irrumpido Podemos y se ha acentuado desde que existen listas moradas. Veremos si, en esto, el comportamiento electoral español difiere o no del vasco.