LA verdad es que esperaba más del árbitro Prieto Iglesias, ya que esta temporada tenía que demostrar su categoría, dado que en la anterior campaña quedó muy mal clasificado y se está jugando la permanencia en Primera División. Sin embargo, el colegiado navarro ha confirmado en Sevilla el bajo nivel que tiene. Sobre el césped del Sánchez Pizjuán ha estado mal técnicamente, falto de personalidad y, sobre todo, no fue valiente en un área y sí en la del Athletic, donde señaló un penalti que no lo fue, cosa que no hizo con el realizado sobre Aduriz con un empujón por detrás de Konoplyanka. Las decisiones que tomó el colegiado son la forma fácil de dirigir un partido de fútbol.

Ahondando en la mala actuación de Prieto Iglesias, en el apartado de las tarjetas también pudo mejorar, puesto que no fue lo suficientemente enérgico como para controlar los treinta primeros minutos del encuentro, concretamente para amonestar las entradas al tobillo que hicieron varios jugadores del Sevilla tratando de cortar acciones de ataque del equipo bilbaino.

Juzgando alguna acción concreta, en el minuto 4 no existió gol de Raúl García, ya que Sergio Rico sacó el balón en la línea de cal. Ya en el minuto 13 había dos jugadores del Athletic en fuera de juego cuando centró Beñat al área, pero Gurpegi llegaba desde atrás y no estaba en posición de fuera de juego. A pesar de ello, el árbitro indicó una posición antirreglamentaria que no existió. A parte de las dos jugadas citadas, en el minuto 41 hubo un enganche de Laporte con un jugador del Sevilla que pudo ser dentro del área y que hubiera podido señalar penalti, si fue dentro, y no lo hizo.

Resumiendo, estuvo muy desacertado el arbitraje del navarro Prieto Iglesias.