ESTA sí que hubiese sido la auténtica pesadilla de Ebenezer. ¿Quién es Ebenezer?, se pregunta más de una voz. Dickens lo describe de esta manera: “El frío de su interior le helaba las viejas facciones. le amorataba la nariz afilada, le arrugaba las mejillas, le entorpecía la marcha, le enrojecía los ojos, le ponía azules los delgados labios; hablaba astutamente y con voz áspera”. Ebenezer, ya lo habrán adivinado, era el nombre propio de Mister Scrooge, el avaro personaje de Cuento de Navidad, la inmortal novela corta del viejo tío Charles que, año tras año, se aparece ante nosotros en cualquier formato.
Decía que la información que acompaña este sacacorchos hubiese sido una pesadilla para el viejo prestamista porque nada le alegraba más que hacerse con el dinero ajeno con malas artes, ocultándolo hasta que cogiese polvo de no usarlo. A los pies de la cama de la Diputación Foral de Bizkaia se ha presentado el espíritu de las navidades presentes (en la historia que hoy nos ocupa, representado por la ONG Transparencia Internacional España, la única en su especie a escala universal dedicada a combatir la corrupción...) y, lejos de asustar a Unai Rementeria y los suyos, estos han celebrado la visita. No en vano, su inspección de precisión cirujana ha sido tajante: 100 puntos sobre 100. Vamos, que en el palacio de la Diputación Foral no habita fantasma alguno.
Digamos que la caja fuerte de las arcas forales tienen la corpulencia de la angula: un cuerpo casi translúcido que permite ver a trasluz. No hay cajones secretos ni monedas de oro ocultas en los rincones más insospechados. Todo aparece limpio, inmaculado.
Esta realidad se hace más insólita aún si hacemos caso al viejo periodista uruguayo, Eduardo Galeano, quien aseguraba vivir en “un mundo que castiga la honestidad y recompensa la especulación”. Un mundo en el que el viejo Ebenezer (y tantos y tantos de su misma estirpe y condición...) se hubiesen sentido como pez en el agua, sí. Pero no el único posible. Aquí tenemos otro.