una vez comprobado, mediante la circular del Banco de España que conocimos el viernes pasado, que se ha cumplido el guión marcado hace unos meses, el futuro de Kutxabank queda despejado de los obstáculos no financieros que amenazaban su objetivo social, así como su operatividad como entidad bancaria. Ahora, como señala Xabier Sagredo, presidente de la fundación bancaria BBK, se garantiza el mantenimiento de la obra social y la propia entidad (Kutxabank) gana en estabilidad. Todo ello, que no es poco, debe ser motivo de satisfacción.

Despejada esta incógnita, queda por saber qué protagonismo le espera a la entidad vasca en los próximos meses, habida cuenta que, en 2016, el escenario bancario español será la pista de un nuevo baile de concentraciones, fusiones o absorciones de entidades, consecuencia de los bajos tipos de interés, el crecimiento moderado del volumen de negocio, la competencia y las crecientes exigencias regulatorias europeas, que, en opinión de los expertos “han gripado” al sistema financiero español. En realidad, este proceso ya tenía que haber empezado si no fuera por la cita electoral del 20-D que puesto freno a las pretensiones de los dirigentes españoles ante el riesgo de un fracaso en las urnas, derivado de la destrucción de 35.000 empleos.

El panorama dista mucho de ser esperanzador para muchos de los pocos bancos españoles que han quedado tras la última concentración, ya que los bajos tipos de interés presionan los márgenes y los beneficios. Por ejemplo, en 2007 (antes de la crisis) la banca superó el 10% de rentabilidad y ahora está en el 6,5%., mientras que el Banco Central Europeo (BCE), quiere que tengan más capital y para eso necesitan ser más rentables. Un objetivo difícil de alcanzar salvo, en opinión de los responsables, que se afronte un nuevo procedimiento de concentración.

Se retrasa, por tanto, un proceso que reducirá sensiblemente el número de entidades bancarias. En principio, los grandes, como Santander, BBVA y Caixabank, están llamados a liderar las compras entre los que ya se conocen como siete enanitos: Abanca, Liberbank, Unicaja, Ibercaja, Kutxabank, BMN y Bankinter, aunque no todos ellos se consideran entidades comprables. Las hay que también pueden ser compradoras, caso de la entidad vasca, cuyos ratios de solvencia y eficacia han quedado demostrados ante el supervisor europeo.

EL DILEMA Claro que, la posición ventajosa de Kutxabank no resta incertidumbre sobre su futuro. La circular del Banco de España permite no tener que desprenderse de una parte significativa de sus acciones y deja a las tres fundaciones como los únicos responsables de las decisiones a tomar en los próximos meses. Sin embargo, se desconoce si hay letra pequeña no escrita por el hecho de dar la razón a las tesis políticas y objetivos financieros que defendían la no existencia de acción concertada entre las fundaciones bancarias vascas.

Pudiera ser que exista algún acuerdo previo que obligue a Kutxabank a tomar parte en el baile de concentración bancaria, como ya ocurrió en 2010 cuando Cajasur fue subastada por el banco de España y adjudicada a la BBK. Reitero el pudiera ser para evitar malos entendidos, pero las expectativas del nuevo proceso, su retraso por cuestiones electorales y los precedentes existentes permiten ser mínimamente suspicaces, máxime, teniendo en cuenta que la entidad vasca figura entre las posibles compradoras de alguna entidad debilitada por su dimensión y por la erosión de los tipos de interés.

En principio, parece que la preocupación de Kutxabank reside exclusivamente en formalizar con solvencia y tranquilidad el plan para que BBK puede dotar los 250 millones de euros del fondo de reserva establecido por el Banco de España. Nada se ha dicho de tomar parte en el mercado bancario que se abrirá el próximo año, pero no puede quedar al margen porque su dimensión quedaría muy lejos del resto de entidades bancarias resultantes. En este sentido, tendrá que mover ficha y mejor es actuar como compradora que como comprable.