perplejidad e indignación, más que sorpresa, con las noticias que llegan desde Aernnova que, en un doble giro mediático, anuncia a bombo y platillo la creación de 145 puestos de trabajo en Illescas, que dista más 500 kilómetros de su sede central Vitoria, al tiempo que presenta un ERE para destruir 133 empleos en Berantevilla a poco menos de 40 kilómetros. No cabe duda que estamos ante una estrategia empresarial de manual neoliberal. Es decir, movimientos que responden fielmente al objetivo de obtener beneficios económicos para complacer a los accionistas con el añadido, en esta ocasión, de servir de apoyo político en plena precampaña electoral.

Vaya por delante el reconocimiento del derecho que asiste a toda dirección empresarial de un grupo privado para tomar las decisiones que crean oportunas, lo cual no debiera ser obstáculo para la transparencia informativa. Claro que, por otra parte, no es fácil reconocer que algunos movimientos empresariales responden al hecho de ser rehenes de un fondo de pensiones, cuyos objetivos no buscan la industrialización de una región determinada ni activan su capital en pro de una valor añadido tecnológico. Su objetivo es, simplemente, la rentabilidad económica.

RENTABILIDAD Este es, sin duda, el escenario en el que se mueve Aernnova que tiene como socio principal a la firma de capital riesgo suiza Springwater que controla el 47% del capital. El resto está en manos de los directivos de la empresa vasca. Los mismos que ahora pretenden dar ese doble giro de destruir empleo en una localidad para crear en otra donde los salarios son inferiores, lo cual permitirá mantener beneficios en un sector, como el auxiliar aeronáutico, que tiene escaso margen de beneficios y se apoya en la política de subvenciones públicas. Máxime cuando quieren despejar el camino de obstáculos para salir a Bolsa el próximo año.

En este punto reside la estrategia de los directivos de Aernnova. Controlan el 53% de las acciones y pretenden hacerlas atractivas para los futuros inversores mediante operaciones como la anunciada o con propuesta para reducir un 10% los salarios, pese a que la facturación ha aumentado un 63% en el periodo 2010-2014. Sin olvidar las subvenciones públicas que han podido conseguir de la Junta de Castilla-La Mancha, cuyo presidente, Emiliano García-Page, ha conseguido la foto, incluido el apretón de manos con Juan Ignacio López Gandásegui, presidente de la compañía vasca, tras el acuerdo para crear esos 145 empleos en Illescas que condenan a los 133 de Berantevilla. Una instantánea que vale su peso en oro a menos de 40 días de las elecciones generales en las que los socialistas tratan de recuperarse y no ser desbordados por los partidos emergentes de nuevo cuño.

LOS SILENCIOS Llegados a este punto, hay silencios no menos sorprendentes, como el de Confebask, una organización empresarial vasca que dice (cito textualmente) “representar y defender, en función del bien público, los intereses generales y comunes de las empresas vascas”. Claro que, bien mirado, si el presidente de los empresarios vascos saliera en defensa del “bien público” de los vascos, tendría que cesar al señor López Gandásegui como miembro del Comité Ejecutivo de la citada organización empresarial. Y otro tanto se puede decir de la Asociación Cluster de Aeronáutica y Espacio del País Vasco-Hegan, cuyo silencio quizás se deba a la presencia del ya citado presidente de Aernnova en la Junta directiva, mientras Jon Larrínaga preside el Comité Ejecutivo.

Por último una breve reflexión: Visto y comprobado el carácter depredador de los fondos de inversión, la estructura accionarial de Euskaltel con un 37,54% en manos de esos fondos, me provoca, en el mejor de los casos, un preocupante escalofrío. Un buen amigo siempre me dice que la clave no está en la independencia, sino en saber decidir de quién dependemos.