CUÁNTAS veces no se habrán ponderado la paz y el silencio de los valles; cuántas no su vida tranquila. No es buen momento para visitar el valle del Txorierri con esa bucólica estampa; lo mismo te la estampan en la cabeza. Ha bastado que Vueling haya pedido una ampliación del horario nocturno del aeropuerto de Bilbao para que sus aeronaves levanten vuelo o aterricen a la luz de la luna para que los municipios de los alrededores hayan puesto el grito en el cielo. Están hasta el gorro de las pocas nueces que tanto ruido levantan.

Saben que hace más ruido un solo hombre gritando que 100.000 callados y ya no se contienen. Al no poder conciliar el sueño han decidido dar la voz discordante. Les queda tiempo libre para pensar de noche o en las primeras luces del alba, cuando no se acunan con los primera trinos sino que se sobresaltan con los primeros rugidos de un motor de avión.

Vista la unanimidad de los municipios habrá que escucharles y ponderar bien sus quejas, no sea que en una de estas comience a escucharse el ruido de sables y el estruendo vaya a más.