LLEGA otro 25 de octubre y es inevitable que la conveniencia o no de la celebración del aniversario del Estatuto de Gernika se plantee de nuevo. Es un debate en el que no se le espera a la izquierda abertzale por la sencilla razón de que nunca creyó en la norma, aunque haya sido y sea la estructura legal que da sustento al desarrollo del autogobierno vigente en la Comunidad Autónoma Vasca y cobertura al entramado institucional en el que ha ejercido y ejerce cuotas de poder -Diputación de Gipuzkoa en la anterior legislatura y un buen número de ayuntamientos en esta-.

Lo que no debería suceder es que el debate se limite al festejo. A posicionarse sobre si debe o no ser el 25 de octubre una jornada de asueto en el devenir de una semana laboral, como prácticamente acabó siendo en la anterior legislatura. El valor del Estatuto no admite equívocos. Lo que no quita para que sea legítimo preguntarse si, 36 años después, la norma ha tocado techo... cuando aún faltan 35 competencias por ser transferidas y ninguna voluntad de los sucesivos gobiernos españoles para acometer su negociación. Porque tampoco cabe engañarse: tras la constitución de la autonomía y la puesta en marcha de sus estructuras básicas, prácticamente cada una de las competencias transferidas han tenido que ser arrancadas al Gobierno del Estado. Parece que hace falta recordarlo también en este momento en el que algunas fuerzas políticas manejan con absoluto descaro y a desprecio de la verdad un discurso populista sobre presuntos privilegios. Pues bien, con independencia de que en él se aposentaran socialistas o populares, los sucesivos gobiernos españoles han racaneado el cumplimiento de una norma orgánica fundamental y sólo su propia conveniencia, fruto de la debilidad parlamentaria en la mayoría de las ocasiones, ha desbloqueado una buena parte del conjunto de competencias que hoy ejerce Euskadi.

Curiosamente, son las sucursales vascas de los protagonistas de esta estrategia quienes envuelven en la celebración del aniversario del Estatuto lo que, en la práctica, son simples actos internos de PSOE y PP.

Los populares reúnen cada año a sus cargos públicos y afiliación en un ejercicio de cohesión interna que este año será más necesario que nunca. La coincidencia con la fecha de aprobación del Estatuto vasco es un sarcasmo. Si no fuese buscada para la escenificación sería puramente casual pues el acto elude reclamar su cumplimiento íntegro y sus representantes votan habitualmente contra esa reclamación en Congreso y Senado.

En el caso socialista, la efemérides del domingo no es más que el marco de un acto de campaña de los que ya ha definido en su agenda el número uno de la lista del PSOE al Congreso por Bizkaia -Patxi López- de cara a las próximas elecciones de diciembre. La proximidad de la cita ha acercado a su vez al exlehendakari a una actividad pública y mediática en Euskadi de la que carecía desde que dejó Ajuria Enea. Cuando pase el festejo, a ver qué queda del homenaje al Estatuto.