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Bailando por votos

son los estrategas de la comunicación electoral los responsables de la marea de frivolidad en las apariciones mediáticas de los políticos, o son los propios dirigentes quienes, porfiando por ser los más divertidos del barrio, se afanan en mostrar su lado creativo y juvenil en esta hora crítica del sistema? Me asaltan las dudas: ¿es más confiable un líder por marcarse unos torpes pasos de baile en un plató o por cantar a coro unos compases de rock al final de un mitin? ¿Resuelve su ineptitud, lejanía o mediocridad, y tal vez sus prevaricaciones y cohechos, hacer el payaso un rato en la tele? Y especialmente, ¿estas ráfagas de espectáculo aplicado al marketing les proporcionan votos? Si hacer el ganso convence, cabe deducir que un sector de la ciudadanía tiene la mentalidad democrática del circo. Y no sé quién es peor, si el dirigente cómico con sus chirigotas o los pobres infelices que les ríen las gracias, vitorean y votan.

Muy desesperados tienen que estar en los cuarteles de los partidos para haber puesto en marcha esta verbena. Es como si salvar de la quema a los políticos dependiera de cuatro bobadas festivas y un poco de carnaval. ¿Este es el feliz diagnóstico de los comunicadores? Y por si no fuera bastante torpeza, se está llevando a cabo al estilo americano, el peor modelo, en el que no hay frontera entre teatro y realidad. Si el presidente Obama baila en público y acude a los shows televisivos para acentuar su popularidad, ¿por qué Soraya Sáenz de Santamaría no va a poder ir a El hormiguero y mover ridículamente sus caderas ante casi cinco millones de espectadores? ¿Y por qué negar este mismo derecho a Pedro Sánchez, Pablo Iglesias o Maroto? Pero no es eso, improvisados estrategas.

No existe un problema de comunicación en la política. Que no. Tampoco tiene un problema de acritud. No sufre de tristeza por déficit televisivo. Lo que necesita es valentía, ingenio, sinceridad y regresar a la calle con humildad. Se demuestra que la improvisación es la más divertida pero arriesgada de nuestras decisiones.