SErgio Canavero, miembro del Grupo de Neuromodulación Avanzada de Turín (Italia), dijo en 2013 que ya se daban las condiciones para realizar con éxito trasplantes de cabeza en seres humanos. Y ahora tiene la intención de dar a conocer un proyecto a ese respecto en el congreso anual de la Academia Americana de Cirujanos Neurológicos y Ortopédicos, que se celebrará en el mes de junio en Maryland (EEUU). Pretende utilizar esa cirugía para prolongar la vida de personas cuyos músculos y nervios han degenerado o cuyos órganos se encuentren asediados por el cáncer.

La primera ocasión en que se trasplantó una cabeza con cierto éxito fue en 1970. El equipo dirigido por Robet White, en Ohio (EEUU), trasplantó la de un mono al cuerpo de otro. Aquella operación resultó en su tiempo muy controvertida. Entonces no fusionaron las médulas espinales, de manera que el mono no era capaz de mover sus extremidades, pero podía respirar gracias a la ayuda externa. Falleció al noveno día del trasplante porque el sistema inmunitario rechazó la cabeza ajena. Desde entonces se han realizado otros trasplantes de cabeza con éxito, aunque los animales utilizados han quedado en estado tetrapléjico. Por eso nadie se había planteado la posibilidad de practicar esta cirugía con seres humanos en tanto no se pudiera regenerar el tejido de la médula espinal de manera que toda ella recuperase su integridad funcional.

Canavero sostiene que ya se dispone de los procedimientos quirúrgicos que permitirían trasplantes de cabeza en seres humanos, y en febrero pasado publicó un resumen de la técnica en la revista científica Surgical Neurology International. En síntesis, habría que enfriar tanto la cabeza como el cuerpo receptor, de manera que los tejidos pudieran mantenerse recurriendo solamente al metabolismo anaerobio; después tendría que cortar las dos médulas espinales y, a continuación, colocar la cabeza en el cuello del cuerpo receptor, fusionar las médulas espinales y unir los vasos sanguíneos y los músculos mediante sutura. Para estimular una rápida y eficaz fusión de los dos cordones nerviosos, Canavero se propone suministrarles polietinel glicol, una sustancia que facilita la unión de las fundas grasas de las neuronas. También considera la posibilidad de recurrir a otras alternativas -células troncales, por ejemplo- si el método químico no funcionase. El paciente sería mantenido en coma durante tres o cuatro semanas hasta que los tejidos se hubieran fusionado debidamente. Y tras el coma ya estaría listo para iniciar la recuperación; con la ayuda de fisioterapia conseguiría andar un año después.

Lógicamente, hay especialistas que dudan de que el trasplante de cabeza sea técnicamente posible y que, de serlo, se lleve a la práctica en alguna ocasión. El propio impulsor de la idea es consciente de que su proyecto levanta ampollas de orden ético y que muy probablemente la mayor parte de los países que cuentan con la tecnología necesaria no le permitirían realizar la operación. Pero advierte de que si en Europa o Norteamérica no se permitiese, otros países estarían dispuestos a seguir adelante.

Como se habrán percatado los lectores, en todo momento me he referido al proyecto de Canavero con la expresión “trasplante de cabeza”. Pero esa es una expresión muy discutible puesto que, dado que el encéfalo está en su integridad en la cabeza y que la mente es un producto del encéfalo, en rigor, el trasplante no sería de cabeza, sino de cuerpo. Y según Canavero, ese simple hecho debería hacer inclinar la balanza a favor de sus planes, puesto que no hay diferencia entre trasplantar un tronco completo junto con sus extremidades y trasplantar, por ejemplo, el dedo de una mano.