Eva decapitada
el monólogo, tan insufriblemente profanado sin gracia en la política, es un género que funciona bien en televisión, mejor que en el teatro donde se pierde la elocuencia del lenguaje no verbal. El éxtasis de todo intérprete es desbordarse en un largo soliloquio como el de Enrique VIII (“No vengo ahora a haceros reír; son cosas de fisonomía seria y grave, tristes, elevadas y patéticas, llenas de pompa y de dolor”), o de Blade Runner (“Todos esos instantes se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”). Y como ya no hay monólogos sublimes que llevarse a la boca, actores y actrices optan por el licencioso teatrillo al que acude el insurrecto ciudadano predispuesto a la risa. El alma de este formato era Eva Hache -Eva María Hernández-, la fea más guapa de la tele y la showoman más completa del escenario, esa divertida amiga, tuya y mía, que nos regala a partes iguales afecto y talento. A Eva, tentada por la serpiente de lo inédito, le han expulsado del paraíso y, sin ruido, ha hecho mutis por el foro del magnífico Club de la Comedia. Una tragedia.
En España es un lujo la neutralidad, volar donde el corazón te lleve. Nadie advirtió a Eva que Cuatro y la Sexta son incompatibles. Se atrevió a presentar Guasabi en el canal de Vasile, tras lo que Atresmedia ha sacado el hacha vengadora contra Hache. ¡No me vengas con paranoias, Carlotti! Su contrato no le impedía ir con su feria a otra emisora. ¿Acaso las productoras no trabajan simultáneamente para varias cadenas, lo mismo que la gente de la farándula? Conmigo o contra mí. La ingenuidad de Eva es digna de su ingenio; pero nos deja huérfanos de su genio indispensable. Y no hay repuesto, como Sancho Panza sin Alfredo Landa, como el anuncio de la lotería sin El Calvo.
La imparable competencia entre los grupos mediáticos es como la vieja guerra fría: anula la audacia y siembra el terror. La cabeza de Eva Hache talada por el hacha es una advertencia para los espíritus libres. Estar en un bando es definitivo y sin elección: eres siervo o traidor.