Por eso no creo en Klout elimparcial.es
Un pecado habitual de quienes vivimos de las redes sociales digitales es venerar al falso dios del algoritmo. Es decir: consagrar y volvernos locos por encontrar el mecanismo técnico autónomo que dará los resultados. Klout es un ejemplo de ello: coge los datos, los mete en una mezcladora y te devuelve un ranking. En El Imparcial se han fijado en el de los políticos, donde Mariano Rajoy aparece como el más influyente. Yo no sé si reír o llorar, pero sí sé que si antes me importaba poco lo que dictaba Klout, ahora me importa menos.