Por definición, la capacidad de influencia es algo que se trabaja, que se genera, que se tiene o no, y que cuesta mucho trabajo mantener. No es tan sencillo como comprarla. Sin embargo, la tentación de intentarlo, por lo menos en internet, es tan grande como barata. Y según Pablo Herreros en Comunicación se llama el juego, en esa tentación ha caído el equipo de Pedro Sánchez. No solo se trata de la compra de perfiles que retuitean sistemáticamente mensajes, el propio Sánchez y otros socialistas interactúan con estos capciosos seguidores.
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