seguimos inmersos en el laberinto de la crisis económica y, todo parece señalar a cierta indiferencia e incapacidad ante un escenario alarmante en el que se abren nuevos frentes, algunos bajo derivadas geopolíticas, que no son, precisamente, los originados por la corrupción sistémica que ocupa en los últimos días los titulares mediáticos y enmascara con ello una desagradable realidad con dramáticas consecuencias, como los anunciados cierres de Candy en Bergara y General Cable en Vitoria-Gasteiz, conocidos esta pasada semana, que, si nadie lo remedia, dejará sin empleo a 290 personas.
Verán, la clase política está tan ensimismada en posicionarse con ventaja para las dos próximas citas electorales y en eludir sus responsabilidades éticas y morales que ignora el resto de problemas, estos sí, procedentes de la crisis económica que ha dejado un mercado deprimido por la pérdida de poder adquisitivo de las familias, razón por la que las empresas registran un descenso en producción ante la menor demanda de las distribuidoras. Para evitar un mayor deterioro de sus balances, unas y otras se han enfrascado en una guerra de precios que se materializa en devaluación salarial, cierre de plantas y escaso margen comercial, proyectando muchas dudas sobre tres escenarios.
CIERRE DE EMPRESAS El primero de ellos es el productivo, donde la globalización y la crisis han dejado al descubierto las miserias de las multinacionales cuya estrategia de adquirir empresas ya consolidadas en tiempos de bonanza respondía más al objetivo de ganar cuota de mercado y poder trasladar la tecnología a países emergentes que actuaran como amortiguadores en tiempos de crisis. Así, ahora que el mercado reduce su demanda, Candy Hoover puede prescindir de la planta Mayc en Bergara, fundada en 1941, que fabricó la primera lavadora española en 1951 y fue adquirida por Candy en 1992.
Ahora se pretende trasladar la fabricación de Bergara a una planta en China donde los salarios son más bajos y permitirá a la multinacional (que ya ha cerrado cuatro plantas en Reino Unido, tres en Italia y una de Portugal) mantener su cuota de mercado a precios más bajos, pero manteniendo inalterables sus beneficios. Y otro tanto cabe decir de General Cable en Vitoria que tiene su origen en la firma ECN, constituida en 1996.
DEFLACIÓN El segundo escenario nos lleva a los supermercados, que vive con claridad la temida deflación en sus productos, lo cual alivia a corto plazo los bolsillos de las familias. Ahora bien, esta deflación resta margen de beneficio a los distribuidores, especialmente a los de menor dimensión, e incidirá negativamente en los pequeños agricultores si los precios en origen, ya de por sí bajos, caen por debajo del umbral de rentabilidad. En resumen, puede haber un cierre de supermercados y un cese de la actividad agraria en beneficio de los grandes, sean cadenas de distribución o productores, lo que se traducirá en destrucción de empleo y menor capacidad de compra.
PETRÓLEO A LA BAJA Por otra parte, la política internacional registra estrategias añadidas que contribuyen a crear mayor confusión. Así, el precio del petróleo vive una convulsión bajista cuyo origen no está en la menor demanda (que también) sino en poner en aprietos económicos a Rusia, tras el boicot a los productos de la UE por su posicionamiento en favor de Ucrania, y a Venezuela por la posición anticapitalista del Gobierno de Maduro. El resultado de estas maniobras es que el precio del crudo Brent, referencia para Europa, se encuentra en su nivel más bajo desde 2010.
Pese a este fuerte descenso las petroleras y las grandes distribuidoras de carburantes apenas han bajado sus precios de venta al público y, cuando lo hacen, se debe más a la influencia ejercida por las gasolineras low cost que se están adueñando de las carreteras vendiendo el litro de carburante con precios que ahora llegan a diferencias de hasta 20 o 30 céntimos por debajo de los más caros que ofrecen gasolineras de toda la vida.