conocidos los resultados del test de estrés bancario, les sugiero quedarse con dos imágenes muy significativas: por un lado los buenos resultados obtenidos por Kutxabank, el banco vasco resultante de la fusión de BBK de Bizkaia; Kutxa de Gipuzkoa y Vital de Alava, que se coloca como el primero de la clase con la mejor nota en la banca española, y, por otro lado, la del vicepresidente del BCE, Vítor Constacio, que ha sido el encargado de hacer públicas las calificaciones a los 128 bancos que han sido examinados en los últimos meses, cuya actitud hierática más parecía ser la de un jugador de póker recorriendo el Mississippi a bordo de un barco de vapor.
La primera imagen sugiere un sentimiento de satisfacción no sólo por los datos en sí, sino porque confirman en el escenario europeo lo que ya sabíamos en el entorno doméstico: la buena gestión a la que han estado sometidas las tres cajas vascas durante los años que dura la crisis y también en épocas anteriores. Es decir, se llame Kutxabank, como ahora, o BBK, Kutxa y Vital, como hace una década, se hayan convertido en fundaciones bancarias u ordinarias, estas instituciones financieras han estado y están en buenas manos. Por ello, sus gestores merecen el reconocimiento y la credibilidad de la sociedad vasca.
Más aún, no hay razones objetivas para dudar del presidente de Kutxa, Xabier Iturbe, cuando afirma que la fundación bancaria de Kutxa Gipuzkoa “mantendrá su carácter social y sin ánimo de lucro, sus fines y el resto de sus características fundamentales”. El proceso que concluyó el pasado viernes contó también, en palabras de Iturbe, con la garantía de que los órganos de gobierno de la nueva fundación representen a la sociedad guipuzcoana, motivo por el que serán las Juntas Generales de Gipuzkoa las que decidirán cada cuatro años “quiénes van a ser los miembros del patronato”.
Como siempre, las promesas y los vaticinios sólo pueden ser contrastados con el paso del tiempo, pero no hay motivos, y sí estrategias electoralistas, para acusar de “robo a los guipuzcoanos”, cuando se está cumpliendo con la ley. Otra cosa es la opinión que nos merece la ley que obliga a transformar las Cajas de Ahorro en fundaciones bancarias y cumplir con las condiciones impuestas desde Bruselas. Como decía Ibarretxe en febrero de 2012, con esta ley pagan justos por pecadores. Pero agregaba algo muy importante de cara al futuro: “Sería aconsejable una estrategia común por parte de las cajas de ahorros bien gestionadas, que aún perduran, para seguir manteniendo sus rasgos diferenciales, carácter social y vínculo al desarrollo regional que las han hecho dignas de la confianza de la mayoría de las personas”.
DÉFICIT EUROPEO Tanto la ley de fundaciones, como el test estrés ponen evidencian las graves carencias de la UE y justifican la cara de póker del citado Vítor Constacio a la hora de dar cuenta de los resultados de una operación que, pretendiendo conocer la salud del sector bancario, en realidad intenta lavar la imagen de una institución, el BCE, después de otros dos test bancarios que se saldaron con otros tantos sonoros fracasos (Dexia en Bélgica y Bankia en España) y después de dejar en la cuneta proyectos, promesas e iniciativas como la tasa Tobin o las propuestas de la Comisión Europea:
- Tipificar como delito la manipulación del euríbor, tras el escándalo protagonizado por siete bancos europeos.
- Reformar el sector bancario para poner coto a las actividades de riesgo de los bancos más importantes. que contempla exigir a los bancos que separen las actividades de alto riesgo de la gestión de los depósitos bancarios.
- Poner límites a las retribuciones de los dirigentes de empresas europeas que cotizan en bolsa.
Hay, por tanto, asignaturas pendientes más importantes que el test estrés bancario. El problema no es el déficit democrático de las instituciones europeas sino su déficit de gobierno porque sus decisiones se toman al dictado de los gobiernos estatales y éstos no moverán un dedo para perjudicar a quienes financian su deuda pública: los grandes bancos.
Si se caminara en la dirección de las propuestas antes citadas se estaría ganando terreno a la desigualdad social europea.