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La terapia del doctor Cierpinski

La terapia del doctor CierpinskiZ.Alkorta

LOS jugadores del Athletic tenían tan asumida la catástrofe que para qué. Para qué iban a dar lo mejor de sí mismos si del Santiago Bernabéu, se pusieran como se pusieran, casi siempre salían igual, con un saco de goles a cuestas. La prensa solía destacar la actitud mostrada por los chicos, a pesar de la nueva goleada, para poner paños calientes y dulcificar el alcance de la derrota. Es decir, que se dejaba al margen el hecho en sí de la goleada, como si fuera la irremediable fuerza del destino. Al fin y al cabo, ¿no es cierto que la afición rojiblanca también tenía asumida de antemano la somanta de goles que podían caer en el cestaño del Athletic?

Ante la evidente incapacidad de Ernesto Valverde de encontrar respuestas al derrumbe físico, moral y futbolístico de su tropa tras lo de Borisov, la directiva del club decidió contratar a un equipo de reputados psicólogos, partidarios de terapias radicales con el objetivo de encontrar lo antes posible solución al marasmo colectivo que les aflige. El gabinete de psicólogos optó por el método del doctor Víctor Cierpinski, alemán de origen polaco y toda una eminencia en el sector, que busca en el escarnio la fórmula de remover las conciencias hasta soliviantar el yo, y por la vía del subconsciente provocar una reacción visceral en el plano psicosomático. Es decir, había que caer en el ridículo más espantoso para desencadenar un rotundo hasta aquí hemos llegado y desatar la convicción absoluta en el nuevo amanecer.

Hubo voces discrepantes en el seno de la directiva, temerosos de que por ese camino se pudiera llegar al trauma, y propusieron a modo de alternativa el santo remedio de unos ejercicios espirituales como Dios manda, aprovechando el parón liguero, dejando el asunto en manos de los Jesuitas, pues ya se conoce de sobra cómo se las gastan sin necesidad de entrar en tanto cientificismo; pero finalmente fue rechazada bajo el argumento de que hay mucho agnóstico en el seno de la plantilla.

A todo esto, alguien sugirió que esto del fútbol es solo un juego, pero no le hicieron ni caso.

A la espera de resultados, la terapia transcurrió por los cauces marcados por el doctor Cierpinski. ¿Ustedes también lo notaron? No hubo ni una patada que alcanzara las cotizadísimas piernas de los madridistas, hermanitas de la caridad. Cuando cayó el primer gol, a los tres minutos, Ronaldo, Marcelo y James se marcaron unos pasos rumberos que sonaban a choteo, pero los chicos del Athletic lo encajaron con donaire, total, el partido llevaba trazas de acabar en un festival de danzas. Tras el partido, un periodista preguntó a Valverde si no creía que Gorka Iraizoz, después de las excelentes paradas que protagonizó y lo inspirado que últimamente está merecía ser convocado por Vicente del Bosque para la selección española, lo cual sonaba a coña marinera, pero en realidad se trataba de una fase más de la metodología Cierpinski, que siempre deja un cabo suelto para evitar el soponcio, o sea, que si no es por el cancerbero al Athletic le cae la docena, porque una cosa es la terapia de choque y otra acabar electrocutados.

¿O por qué creen ustedes que el técnico rojiblanco dijo tras el partido?: “de tanto escuchar que estamos mal nos lo vamos a creer”. Pues eso, que se lo creyeron, y permitieron al Madrid procurarse una exhibición, y al gentío del Bernabéu mucha jarana a costa del vasco (“¡Y viva España...!”); y a Cristiano Ronaldo engordar su enorme ego con tres goles superlativos; y hasta le vimos maldecir por lo bajines contra Iraizoz, tozudo navarro, que le arrebató la gloria de acabar con una cifra anotadora de alcance histórico.

Sí, ha debido ser eso. Estos directivos modernos qué cosas tienen. El método Cierpinski, a quién se le ocurre. Pero a partir de ahora, la insoportable levedad del ser rojiblanco trasmutará su lívida estampa. No puede entenderse de otra forma la horrible imagen que ofreció anoche el Athletic.

Yo, que soy un tanto descreído, he cambiado el chip, y temo que el objetivo del Athletic es luchar por eludir el descenso. Y no me parece nada del otro mundo. ¿Recuerdan con Bielsa el año siguiente de saborear la soberbia experiencia de llegar a la final europea?