EN plena debacle azulgrana, va el Athletic y se saca un partido tremendo, cuajado de ansiedad, codicia y emoción, y resuelto en favor del Barça por uno de esos caprichos del fútbol, o porque en las filas del campeón catalán tienen a Lionel Messi, el mejor futbolista del mundo, liderando a una plantilla con los mejores futbolistas del mundo, que ha marcado época desplegando un fútbol que para muchos analistas ha sido el mejor de la historia. El equipo del Tata Martino acabó pidiendo la hora, defendiéndose como gato panza arriba, y eso le ha pasado en muy pocas ocasiones en el último lustro. Hay que recordar esta obviedad para acotar la grandeza del Athletic, que salió al coliseo blaugrana convencido de sus posibilidades para poder ganar a su rico y reputadísimo rival, al ataque, sin concesión alguna a la especulación; sin dar un paso atrás ni mostrar dudas respecto a su ambición, y sobre esa evidencia se esconde la mano precisa, Ernesto Valverde.

Pero ¡ay!, la aventura del técnico argentino al frente del Barça toca a su fin, lastrada por un revés durísimo, como es la pérdida en ocho días del trabajo de todo un año y cualquier probabilidad de éxito, con las derrotas consecutivas ante el Atlético de Madrid en la Liga de Campeones, el Granada en la Liga BBVA y la final de Copa frente al Real Madrid, con la carga emocional que encierra. Y qué casualidad: cuando el Barça busca a su nuevo entrenador y en las quinielas de futuribles resplandece a la cabeza de las preferencias el nombre del Ernesto Valverde resulta que va el Athletic al Camp Nou y despliega un partido portentoso, al que solo le faltó la victoria, pero sobre todo transmite un mensaje vigoroso, ese tipo de señales que embelesan y refuerzan la idoneidad del candidato. Queridos culés: si con una plantilla como el Athletic, que hace un año porfíaba por eludir el descenso, estoy luchado por clasificarlo para disputar la próxima Liga de Campeones; si con un equipo con las enormes limitaciones como las que tiene el Athletic (de filosofía, presupuestarias) fui el primero en ganaros, en San Mamés, en la primera vuelta, y en buena lid, jugando al fútbol tan bien como vosotros; si ahora, cuando las remotas probabilidades de poder ganar el título liguero y regenerar vuestra jerarquía maltrecha pasaban invariablemente por derrotarnos, habéis puesto todo el ardor y conocimiento en materia del balón, y aún así os ha costado Dios y ayuda conseguirlo, ¿qué no podría hacer con una plantilla como la vuestra, disponiendo de una chequera generosa (con el beneplácito de la FIFA o los tribunales pertinentes) para reforzarse por el ancho mundo?

O sea, que estamos encantadísimos del partidazo que se cascó el Athletic en Barcelona, todo un espectáculo visual, y resulta que semejante exhibición encierra una paradoja tremenda: Ahora los culés son mucho más conscientes que antes del perfil de entrenador que necesitan. Un tipo que además formó parte de su naturaleza, captado en su época de jugador para la causa azulgrana por Johan Cruyff, el sacrosanto personaje que ahora avala la idoneidad de su contratación, por encima de Luis Enrique y otros nombres que salpican los mentideros del entorno barcelonista. Y en la misma idea está, parece ser, Andoni Zubizarreta, a la sazón director deportivo del club y responsable directo de la contratación del futuro técnico con la encomienda precisa del presidente Bartomeu de no errar en la elección por la cuenta que les trae a todos ellos y lo mucho que la ha pifiado en los dos últimos años.

Visto el perfil de los acontecimientos, hay que recordar que Jürgen Klopp, eminente entrenador del Borussia Dortmund, evitó entrar en el mismo juego recordando que tiene contrato en vigor con el club alemán y borrándose amablemente de la hipotética lista de candidatos al banquillo azulgrana. Tras del partido de anoche, a Valverde le abrumaron con la pregunta, y el hombre se fue por las ramas. Sería conveniente una respuesta contundente, como Klopp, más que nada para tranquilidad de la parroquia rojiblanca, cargada de ilusión, esperanza y mucha fe en la capacidad del Athletic para doblegar al Sevilla el próximo domingo, en la que será la madre de todas las batallas para alcanzar el sueño de la Liga de Campeones.