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Rajoy tiene razón

Rajoy tiene razón cuando afirma que ETA se acabó. Toda la razón. Pero le falta echarle la necesaria dosis de decencia política e implicarse con justicia democrática en la desaparición definitiva de ese problema. No se trata de que quiera o no, es una cuestión de responsabilidad por el cargo que ocupa que debería sacarle de su posición enrocada, inmovilista y contraria a una paz consolidada y para siempre.

Podría aceptarle hasta que haya mantenido su pasividad durante un tiempo para provocar el debilitamiento progresivo de la organización armada. En ese caso, debería haber sido solamente una táctica, no más, pues está complicando su final.

Seguramente el porvenir de las vascas y vascos le importa muy poco o, incluso, puede que le venga bien que veamos limitadas nuestras posibilidades de desarrollo como consecuencia del argumento machacón del terrorismo, pero no tiene ningún derecho a aumentar el sufrimiento, el miedo y la incertidumbre por su cálculo político.

Por ello, resulta inadmisible que condicione la vida del pueblo vasco y, de rondón, de los españoles y españolas. O que utilice miserablemente a las víctimas en un intento calculado de evitar la huida de votos a los sectores más extremos de la derecha española. Aunque, bien mirado, ya los ha perdido con Vox y UPyD.

Es momento de trabajar en aspectos concretos, entre los que las personas presas tienen un peso específico. Es tiempo de contar con toda la interlocución necesaria para el objetivo último de la desaparición de la violencia.

Decepcionante, por lo tanto, su posición en el debate de política general (que no de la nación, pues de eso hay varias en su Estado español). Lamentables también sus respuestas de chulo de barrio a los portavoces políticos vascos que, contrariamente a él y al PP, plantearon cuestiones políticas de calado.

Un debate enmarcado en la tan reciente fotografía del maltrato a los y las verificadoras internacionales obligados a pasar por ese tribunal de excepción por excelencia llamado Audiencia Nacional. Provocó incluso el escándalo en los ámbitos internacionales y se convirtió en una noticia mucho más importante que las insuficientes imágenes con los dos miembros de ETA del viernes pasado.

El insulto a personas con tan amplia experiencia política y de intermediación internacional no ha hecho más que dejar patente el bajo nivel humano y de capacidad política para la representación de la ciudadanía que tienen en el PP.

Una pena que no quiera sacarse la fotografía de la paz.

Seguro que está mucho más interesado en hacerlo con sus jefes del FMI y Banco Mundial de visita en Bilbao la semana próxima. Como buen lacayo, conseguirá su aplauso por estar cargándose el Estado del Bienestar gracias a una reforma laboral (hay quienes lo llaman austericidio) pensada para lograr el cambio de modelo económico y devaluar los derechos laborales con la consiguiente desprotección de los y de las trabajadoras.