EL Consejo Rector de Adegi, la Asociación de empresarios guipuzcoanos, ha aprobado un nuevo modelo de relaciones laborales, cuyos elementos claves o troncales ha detallado en una guía que ha distribuido entre sus asociados y que ha dado a conocer públicamente de la mano de su secretario general, J. M. Ayerza. Esta decisión adoptada por la patronal guipuzcoana tiene una envergadura estratégica de enorme calado desde la perspectiva del enfoque de las relaciones laborales en un contexto de crisis tan duro y catártico como el que nos está tocando vivir.

Es además una reflexión y una decisión que parte del mundo empresarial de manera unilateral, sustentada en dar sin esperar nada a cambio, no pretende ir contra nadie, y cuyo principal objetivo se concreta en la apertura de una tercera vía (complementaria a las vías tradicionales de negociación colectiva, a las que no se renuncia) con el objeto de superar la situación de bloqueo en la que se encuentran en Euskadi las relaciones laborales. Si se trabaja y se suma por parte de todos desde la buena fe y la confianza recíproca podríamos por fin acuñar un marco vasco propio de Relaciones Laborales adaptado a las nuevas realidades sociolaborales y que permita consolidar y reforzar nuestro tejido industrial y empresarial.

Frente a la tentación de caer en el fatalismo y en el inmovilismo, frente a un clima social y político demasiadas veces injustamente hostil hacia la empresa y los empresarios, frente a la más cómoda reacción grupal (de unos y otros, empresarios y sindicatos) de seguir la inercia continuista, frente a la mera protesta sin propuestas constructivas, esta propuesta abre un nuevo tiempo que debería verse complementado con un ejercicio de responsabilidad compartida: además de los empresarios, hay que lograr sumar a esta novedosa dinámica a los trabajadores, tanto a título individual como agrupados a través de sus respectivos sindicatos, y por supuesto lograr que las instituciones, particularmente las guipuzcoanas, aporten y sumen para cambiar el paso tras meses de energía negativa, de enfrentamientos, de lejanía y falta de empatía frente a quien arriesga su patrimonio para generar riqueza social.

No se trata de una mera reflexión estratégica, ni un grandilocuente documento para guardarlo en carpetas y poder decir que ya se ha movido ficha desde el mundo empresarial. No estamos ante un mero ejercicio estético de papel programático: representa una apuesta arriesgada, valiente, de carácter colectivo y que muestra una vez más el carácter emprendedor e innovador del empresario guipuzcoano, valor más necesario que nunca ante el silente desmantelamiento de muchísimas pequeñas y medianas empresas, tanto en territorio guipuzcoano como en el alavés y en Bizkaia. Sería deseable que la filosofía y las acciones concretas que se proponen en el nuevo modelo tuvieran su continuación y proyección a las empresas de todo Euskadi.

Cambiar hábitos asentados durante décadas es un reto complejo. Pero hay que afrontarlo, y la guía que proponen los empresarios guipuzcoanos ha de permitir avanzar sobre bases sólidas: reforzar la confianza entre las partes, mantener una interlocución directa con los trabajadores a título individual y a través de sus representantes sindicales, construir entre todos nuevos marcos de comunicación que se adapten a un cambio de cultura de empresa, concebir la propiedad/gestión de una empresa y la parte social de la misma como un todo, salir de nuestros respectivos compartimentos estancos, de nuestras trincheras y dialogar, anticiparse a los problemas internos y externos de cada empresa, gestionarlos con flexibilidad para sobrevivir y reforzarse, transmitir confianza, transparencia, compromiso, rentabilizar todos, empresa y trabajadores ( a través de retribuciones variables) la mejora de la productividad y por tanto de la competitividad de nuestras empresas, tratar de avanzar hacia un escenario de negociación colectiva, pero no cerrarse a nada; dar al trabajador, como persona y como miembro de la empresa, el papel y el protagonismo que merece. Informar para concienciar. Dar el primer paso para ser creíble en la apuesta por el diálogo dentro de cada centro de trabajo. Generar sentimiento de pertenencia.

Dentro de un contexto tan duro para la sociedad y para la empresa vasca, factores como el que la reforma laboral se esté utilizando con responsabilidad por las empresas, o la crudeza de la crisis (con el caso tristemente paradigmático de Fagor) exigen una apuesta clara por aportar en positivo y con espíritu constructivo. Todo ello debe contribuir al equilibrio social en el que el trabajador se sienta parte de la empresa, se implique en su futuro, rentabilice una mayor productividad y todo ello sensibilice a nuestra sociedad en torno a la necesidad de proteger nuestras empresas y a sus empresarios como factor y motor clave sobre el que se debe asentar cualquier recuperación de la actividad económica generadora de empleo, de bienestar y de riqueza social.

Con mis mejores sueños y realidades para este nuevo 2014, extensivo a todos los lectores, deseo que esta propuesta, tan novedosa como audaz y necesaria, no caiga en saco roto.