Es moneda de uso corriente en fútbol de hoy: creer en la fidelidad es pecar de ingenuidad. Incluso en este Athletic nuestro de cada día, donde tantos daríamos un nosequé por jugar siquiera 20 minutos, sobran los ejemplos de ambiciosos, desertores o desterrados (que también los hay...) en los últimos tiempos. Y, sin embargo, ahí aparecen los fieles, los inquebrantables. Primero fue Carlos Gurpegi y ahora ha sido Andoni Iraola, quienes han prorrogado su permanencia en el club sin un ponme allá un cero de más. Preguntarán, los más incrédulos, que dónde iban a estar mejor que en el Athletic. Quién lo sabe. El año que viene, sin ir más lejos, habrá que abordar once renovaciones si el Athletic no quiere llegar a 2015 en la cuerda floja del último año de contrato. Veremos entonces hasta dónde y hasta cuándo alcanza el amor a los colores, expresión que ha envejecido de tanto usarla.

Con todo, da un nosequé de orgullo pensar en los One Club Man, los futbolistas que han desarrollado toda su carrera en un solo club, bajo un único escudo, ante un solo pueblo que, por lo general, lo idolatran. No hay más que irse a Manchester, ciudad marcada a fuego el ideario rojiblanco, para acordarse hoy de Ryan Giggs, un hombre zurdo que siempre ha caminado recto. El fútbol de ayer, ¡ay!, está bien cargado de historias como esa, de hombres que jamás huyeron en estampida ni se subieron a la cresta de la ola cuando eran los reyes, de futbolistas que nacieron para un club.

¿Será Iraola uno de ellos...? Hay que esperar, porque algunas voces malpensadas ya han apuntado que sólo ha renovado por un año, que si patatín, que si patatán. De un tiempo a esta parte sobrevuelan sobre el Athletic mucho mirlo blanco, sí; pero también una bandada de cuervos negros que solo piensan en clave de mal. Allá ellos, dejémosles con sus pesares.

Esa figura del hombre de un único corazón es pan de cada día en el Athletic. Desde las 19 temporadas consecutivas del Gamo de Dublín, el legendario Piru Gainza, hasta los 18 de Iribar o de Orue pasando por los 17 años de Txetxu Rojo o los 16 del actual presidente, Josu Urrutia, se puede hacer una alineación de comprometidos en la que llevan camino de entrar Iraola y Gurpegi. A cada año que pasa, ya está visto, semejante resistencia es cada día más cara de ver, más difícil. Con todo, un calambrazo de alegría recorre el espinazo cuando alguien cumple con el viejo sueño: toda una vida en el Athletic.