Oportunidad
la Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos nos ha dado esta semana una gran oportunidad para el desarrollo democrático y el fin de la violencia justificada políticamente. Por eso ha resultado tan lamentable la reacción del Gobierno del PP al mostrarse amenazante y dolido por una sentencia que se veía venir, pues este fallo es la continuación del de julio de 2012.
Ya entonces quedó claro el carácter ilegal de la llamada doctrina Parot que durante años ha justificado el aumento del tiempo de permanencia en las cárceles españolas por la aplicación retroactiva de un cambio de jurisprudencia. Ahora de nuevo se reafirma en que en cada momento hay que aplicar las normas en vigor y no se puede incrementar la pena por cambios en la ley producidos posteriormente al momento en el que se juzgó.
El PP utiliza el discurso democrático si le viene bien. Por eso ha sido buena esta sentencia que recuerda que el Estado español es uno de los 47 Estados miembros firmantes del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales de 1950. No se trata de firmar por firmar sino que obliga a quienes quieren formar parte del Consejo de Europa a cumplir inexcusablemente unos necesarios estándares democráticos. Por lo tanto, la Corte de Derechos Humanos de Estrasburgo ha tomado una decisión en el marco de las reglas del juego democrático europeo surgido tras la Segunda Guerra Mundial.
Nadie en su sano juicio cree que esa institución pueda llegar a favorecer ni lo más mínimo la violencia terrorista ni cualquier otra. El debate sobre la excarcelación de personas presas debería haberse situado en parámetros políticos y no en lo que hemos visto de intentar provocar la confusión en la gente con encendidos discursos de miedo. Los disparates de quienes piensan que se puede ser demócrata a ratos han pretendido provocar un clima de enfrentamiento y alarma social. Les ha salido mal.
Lo triste es que las víctimas, una vez más, han sido utilizadas. Pienso que estas tienen todo el derecho a mostrar su dolor y a ser respetadas por un sufrimiento que jamás debería haberse producido. Pero por eso mismo resulta denunciable un Gobierno que se encuentra tan a gusto en los discursos de venganza y no en los de consideración y resarcimiento. Queda mucho por hacer en este ámbito, comenzando por el arrepentimiento y demostración inequívoca del daño causado por quienes pensaron que la violencia era un medio.
El tiempo ha dado la razón a las vías políticas, única y exclusivamente a esas; lo que nos es óbice para que se respeten los derechos de las personas presas, dándoles asimismo la oportunidad de que se incardinen en la sociedad democrática sin trampa ni cartón.