Cuando un árbitro hace un buen partido, lo controla, lo dirige bien, no tiene que sacar tarjetas y encima es un encuentro limpio, es inadmisible que en el minuto 15 no pite un penalti claro como el que no señaló de Murillo sobre Aduriz, a quien agarró y derribó dentro del área del Granada. Eso descalifica todo lo bueno que pudiera haber hecho el señor Álvarez Izquierdo.

Sin embargo, no hay nada que alegar a lo sucedido en el minuto 51, cuando Herrera le dio una patada en el estómago al jugador del Granada dentro del área. El penalti, claro, fue señalado por el asistente desde la banda, ya que el árbitro, por lo que se ve, no se percató de la acción.

Luego el partido no tuvo nada de nada, más que un equipo que salió a ver si tenía suerte, como el Granada. El Athletic, por su parte, salió a calmar el temporal y a esperar sus oportunidades, aunque no llegaron en ningún momento dada la fragilidad del juego y la imagen que dieron.

En otro orden de cosas, Álvarez Izquierdo siempre ha sido un árbitro que le ha ido bien al Athletic. Es valiente, sabe controlar el juego y sobre todo es una persona dialogante, como así lo demostró en la segunda parte, calmando en varias ocasiones los ímpetus de Muniain que parece que vuelve por sus fueros de enzarzarse con cualquiera que pasa por su lado.

Por último, me gustaría comentar que es necesario que en San Mamés se tapen los lateral de la tribuna que dan a la zona no construida, ya que el agua entra racheada y llega hasta los asientos de la fila 20 que están en las Tribunas Laterales Bajas, como así sucedió en el partido contra el Celta. Esto ocasiona un trastorno y tiene una fácil solución, colocando unos toldos o plásticos de arriba abajo. Al entrar al campo los asientos estaban empapados.